Adoro ser azotada. No se cómo etiquetarme. Si tengo algo de spankee lo sería de una manera muy poco ortodoxa. También ignoro si es muy de sumisa-como-Dios.manda este gusto mío por los azotes sin entrega ni hostias. Probablemente me vaya mejor la etiqueta de masoquista, aunque no disfruto de cualquier dolor, no en cualquier momento.
Lo cierto es que las etiquetas me importan un carajo.
Adoro el dolor seco, intenso y rápido de unos azotes en el culo. Nunca me han puesto agujas y no es algo que yo desee. Imagino que el de las agujas es un dolor lento y exasperante, joder, me va la acción. Adoro gemir y retorcerme de dolor y de gusto mientras soy azotada.
Adoro perder el control. No me resulta fácil, soy la abominable mujer calculadora, un saco de perversión bien dominado y dirigido. Una buena azotaina obra milagros en mi carácter. Adoro las azotainas terapéuticas.
Adoro examinar las marcas en mi culo y el picor que permanece en la piel. Frotarme las nalgas y suspirar satisfecha.
Adoro la incertidumbre, el aviso de la próxima nalgada, adoro la voz que advierte y el deseo, la excitación, el placer que procede de ella.
No me excitan los rituales, ni hacer de niña mala, no me excita actuar, me gusta ser azotada con seriedad y con risas, es una mezcla extraña que emana de la naturalidad. Tal y como me gustan a mi los azotes, una prolongación natural del sexo, el juego, la piel.
Sobre todo, adoro saber que mi culo es objeto de deseo. Mi culo redondo y generoso que no es para nada perfecto porque los años pesan, pero aún así sigue siendo deseado, manipulado, sodomizado, toqueteado, acariciado. azotado.
2 comentarios:
Me estoy poniendo al día de tus post. Hoy me centro en éste porque a mi también me gusta así, sin reglas.
Te eché de menos aunque no lo sabía,
Un beso,
Sara
¿Sara? Estas perdida!!! Yo también te eché de menos. Un besazo.
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