jueves, 7 de agosto de 2014

Mi top ten de clásicos en B/N

En una revista muy gafapasta leí un artículo en el que el incauto del autor proclamaba que Stanley Kubrick era el mejor director de cine de todos los tiempos. Yo no se si les he contado cuán sobrevalorado me parece Mr Kubrick, pero leer una afirmación así me cabreó muchísimo. Yo puedo citar un puñado de mejores directores de cine que Mr Kubrick, pero por presumir un poco, me centraré en mis películas favoritas del cine clásico, limitándolas al B/N por razones prácticas.


10. Milagro en Milán (Vittorio de Sica, 1951). Es la dulzura y la poesía en imágenes, un cine bellísimo y lleno de buenas intenciones pero sin ñoñerías. Utiliza el buen corazón y la ingenuidad como motor del argumento y lo acompaña de imágenes surrealistas y llenas de humor absurdo que son una delicia.


9. El buscavidas (Robert Rossen, 1961). Apabullante por su sequedad. El esplendor de los fracasados con un Paul Newman inmenso, sobrio, elegante. Si no encuentran en una película así la grandeza del clasicismo, no la encontrarán nunca.


8. Uno, dos, tres (Billy Wilder, 1961). Es mi comedia favorita de Billy Wilder que era un genio por los cuatro costados. La prefiero por su locura, esos diálogos rapidísimos, James Cagney espídico,  la absoluta incorrección de su humor (la secretaria rubia entregada a los rusos es una línea argumental que no pasaría la censura hoy día).


7. Bola de fuego (Howard Hawks, 1941). Mi preferida de Hawks, aunque me cuesta elegir. Por Barbara Stanwyck, que es una fiera y se merienda al noblote Gary Cooper. Adoro a las heroínas de Howard Hawks que siempre son audaces e independientes. El ritmo, el humor inteligente del screwball en el que los protagonistas y secundarios no hacen el tonto, sino que brillan.


6. El manantial (King Vidor, 1949). Por la pareja Gary Cooper-Patricia Neal, con su amor tórrido e intenso, que supera todos los obstáculos, el amor de los buenos dramas. Por la historia, ese canto a la libertad individual. Por su magistral uso de la imagen, plena de fuerza y pasión.


5. El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962). Veamos, están John Wayne, Lee Marvin y James Stewart. Con eso podría bastar pero hay más. Una historia que no tiene épica y sin embargo resulta legendaria; diálogos implacables pero llenos de esa poesía ruda de John Ford, un western con todos los atributos del western pero facturados de manera nueva y original... lo tiene todo.


4. Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942). Mira que me resulta difícil elegir una de Lubitsch, pero me quedo con ésta porque en ella el "toque", esa manera brillante de crear situaciones y diálogos, alcanza cotas geniales. Yo la he visto un buen puñado de veces y siempre le encuentro algo nuevo, una frase, un guiño, el "toque".


3. ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946). También es muy difícil quedarse con sólo una de Capra pero ¡Qué bello es vivir! siempre me hace llorar y cuando acabo de verla me siento mejor persona. Se que suena muy tontaina pero es que va de un tipo que descubre todo lo bueno que ha hecho en su aparentemente insignificante vida, es un canto a la familia, a los pueblos pequeños, a la ética profesional, a la honestidad... me gusta ser tontaina.


2. Perdición (Billy Wilder, 1944). No me puedo contener y elijo otra de Billy Wilder pero en este caso, una de las cumbres del cine negro. La película de la mujer fatal por antonomasia,  con Fred McMurray haciendo de pelele sublime y cínico. Tiene unas escenas de erotismo malsano que a mi me dejan sin palabras.


1. Breve encuentro (David Lean, 1945). Es mi película de amor favorita, tan trágica, triste y desesperada. Amo a los dos amantes desgraciados, que son gente normal y corriente pero a la vez, elegantes y serenos. Es la más triste historia de amor que he visto en cine y la más honesta.

No hay comentarios: