sábado, 9 de noviembre de 2013

El erotismo cotidiano

Hablo de bragas de algodón. De conjuntos de bragas y sujetador que no van a juego. De follar con calcetines cuando es invierno y el cuarto amanece helado. De follar con el pelo revuelto. De follar sin estar perfectamente depilada.

También hablo del erotismo de un sofá con una comedia tonta en la tele, de magreos bajo la manta y juguetes de los niños tirados por el suelo. De una habitación sin sábanas de seda. De piel que huele a gel de baño de marca blanca.

El erotismo que nunca sale en las películas y en los relatos, el que nunca leo. Sin velas ni incienso, sin cava, sin pétalos de rosa.

Los pantalones medio bajados, las tetas por fuera del sujetador, las risitas cuando la polla no acaba de encontrar su lugar, follar en zapatillas, follar en bata, follar con el vestido mañanero del verano, un poquito sudado.

Y las tonterías mientras follas. Las frases intrascendentes, los apelativos guarros; los juegos que no salen como en los libros pero te ríes, los juguetes que no encuentras en el cajón de la ropa interior, las posturas que no terminan de convencer, el vientre hinchado tras un no parar de jadeos, las sábanas manchadas de semen o quizás un poquito de sangre menstrual y a poner la lavadora, el olor de lo cotidiano.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí Señora, del erotismo del cariño. "Del sexo con amor de los casados" cantaba Sabina. Bien pensado, bien escrito, como siempre.
Un beso grande

V. do Rexo dijo...

El erotismo son los detalles. Exacto.

Mar dijo...

Gracias, Rick, qué amable eres!!! Pero es cierto que erotismo y cariño pueden acoplarse a la perfección. Un beso.

Mar dijo...

Detalles tan cotidianos que a veces ni nos fijamos que son eróticos, es cierto.

Gracias por comentar, Verónica. Un saludo.