viernes, 2 de agosto de 2013

Mi amigo el carismático

D. siempre ha sido un carismático y eso que habla poco. Hubo un tiempo en que lo veía casi a diario, era uno más del grupo, venía a la playa -íbamos caminando y cuando él venía no se hacía pesado-, venía de bares y era el que más aguantaba. Era uno del grupo y hablaba poco pero estar con él era gratificante.

Ahora lo encuentro muy de vez en cuando, pueden pasar años sin verle, porque vive lejos y cuando se acerca a visitar a sus padres, no llama a nadie. Puedo encontrármelo en plena calle de compras navideñas. O en una barbacoa así por sorpresa. Yo apenas tengo contacto con él, aunque siempre le felicito en su cumpleaños y él a mi (y sin facebook que nos lo recuerde). Pero mi amiga ES si que lo ve con cierta frecuencia y me cuenta.

D. sigue igual, AB dice que está metido en manteca. Tiene 43 años y sigue garboso y pinturero. Usa camisetas negras chulas y mantiene ese pelo negro rizado tan resultón. Lo bueno de ser su amiga es que nunca nos reprochamos no saber uno del otro en años. Lo bueno de ser su amiga es que cuando nos vemos es como si fuera ayer. Él sigue igual pero menos loco.

Mi amigo D. es de esos que sabe escuchar, por eso le queremos tanto. Puedes contarle cualquier cosa que te escucha y nunca te juzga. Él no es de contar mucho y en eso se parece a mi. Él escucha y asiente, pregunta y comenta y te da abrazos cargados de devoción. Él casi nunca nos contaba nada de sus amores tormentosos, había que sacarle noticias con sacacorchos. Tuvo dos novios muy cabrones, que ya es mala suerte, dos tipos muy malos que cotilleaban a nuestras espaldas e intentaron meter cizaña. Joder, tuvo a uno detrás del otro, el segundo más cani que el primero, menuda puntería.

Ahora no, ahora lleva años con R. que es un tío de una pieza, un poquito pedante, pero se le perdona porque es bueno y formal. Nosotras para D. siempre quisimos un tío formal que le quitara los pajaritos de la mollera y el desenfreno. D. ya no se corre juergas como aquellas de los noventa y sentó la cabeza. Forma una pareja, con R. de lo más burguesita y entrañable aunque eso sí, muy molona, muy cool, muy de profesionales liberales chachiguays. Pero no se lo tienen creído y eso me gusta de ellos.

D. es un tío que habla poco, que desaparece, que no tiene facebook, que no hace ni dice grandes cosas ni falta que le hace. Jamás le he visto gritar (aunque se que tiene genio) ni alterarse (aunque se que se traga los nervios) y si y mucho reír, con esa risa tonta e hipercontagiosa que tiene. Supongo que parte de su carisma viene por ahí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente!
Notable tu capacidad de comunicación.
Besos

Mar dijo...

Gracias!!! Un beso grande.