Encima de esa duna gigante. Con el viento de poniente fresco porque viene del mar. Una duna gigante que cuesta trepar (arf, arf) y por la que no cuesta tirarse. Niños que se deslizan por la duna y ruedan haciendo la croqueta. Una duna gigante para sentarse y otear el horizonte, adivinar cuántas posibilidades de azul existen. Una duna de arena diminuta y suave, pies enterrados en la arena que no quema porque es poniente.
Abajo una orilla inmensa en marea baja, rocas que huelen a salitre. El agua transparente y muy salada. Sol que quema pero no te das cuenta porque el poniente es así: corre la brisa fresca y no sientes el calor. Olor de crema solar y salitre y el pelo estropajoso pero qué importa.
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