Estoy leyendo de manera compulsiva y algo desquiciada. Me levanto cada mañana ilusionadísima con lo que voy a leer. Me acuesto ilusionadísima con lo que he leído. Tener libros amontonados y en lista de espera me produce un placer tremendo.
Terminé por fin Retorno a Brideshead y le di un repaso a algunos capítulos de la serie. No tengo paciencia para verla entera y además no soporto mucho a Jeremy "lánguido" Irons. No sé por qué tiene tanto éxito entre mujeres de mi generación (yo le perdí el respeto desde Herida, ese rol de depredador sexual sibilino me da mucho asco). La novela es formidable, llena de ironía british, no sé por qué motivo tardé tanto en leerla.
Me leí Inferno en dos días por culpa de este artículo de Ana Sofía Pérez Bustamante, que tiene un criterio muy fiable. Es el segundo best seller de Dan Brown que me leo. Prometí no leer ninguno tras el chasco de El Código da Vinci que menuda mierda. Lo que pasa es que el mal rollito del infierno de Dante me atraía muchísimo y la novela da casi lo que promete (persecuciones trepidantes, códigos indescifrables, congoja apocalíptica), excepto en el final, igual que en El Código. Eso sí, te entran unas ganas enormes de ir a Florencia a saco.
Pillé La senda oscura de Assa Larsson, porque las novelas ambientadas en esos parajes medio glaciares me ponen muchísimo. Nada más alejado de el calor y sudor de estos días. Ahora he empezado por el principio de la serie y estoy con Aurora Boreal. Me quedan tres más, qué emoción.
Assa Larsson es mi lectura de las noches. En la hora tonta entre el almuerzo y la playa (las dos horas de la digestión) leo Guerra Mundial Z. Me asusto de verdad y por eso la leo a esa hora tonta. Luego me voy a la playa y veo zombis saliendo del agua, en un rollo absolutamente paranoico. Calculo posibilidades de huida por las dunas, busco objetos contundentes alrededor para poder descabezar zombis y todo eso. Y nadie se da cuenta, no vean lo bien que disimulo yo mis paranoias.
Pero es verano y muchas cosas dan igual.
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