miércoles, 1 de mayo de 2013
Parque del HORROR
Esta soy yo aterrada en el tobogán. Era un tobogán-de-la-muerte, de hierro, durísimo. En verano te quemaba el culo. Ya no permiten toboganes así en los parques, con esos filos cortantes. La escalerita tenía mini-peldaños. Trepar por ellos con tacones de gitana no era fácil.
La mano con reloj que sale a la derecha es la de mi abuelo. Él siempre me llevaba al parque. La mano está ahí pendiente y seguramente me animaba a tirarme. Mi abuelo sabía muy bien cuánto me aterraban los toboganes, pero el pobre me alentaba a ser una niña normal.
Salgo vestida de corto porque es Feria. Era tradición ir al parque en Feria porque por la mañana ponían un espectáculo de guiñol. Salía un muñeco llamado Peneque que molía a palos a los demás. Yo nunca le vi la gracia. Ni a los palos ni a los guiñoles, que en el fondo me dan miedito.
Montar en el tobogán asesino vestida de corto es aún más HORROR que montar vestida normal. El traje de corto es incómodo, aunque supongo que yo, en ese momento me vería irresistible. Llevo moño, clavel y sombrero cordobés. También camisa de chorreras, fajín y pantalones bien apretados. Toda ceñida y constreñida. Además de los tacones. Un despropósito para corretear por el parque.
Pero yo nunca fui niña de correteos ni de socializar, como bien se sabe. Mi frase odiada en el parque era: "Mar, niña, búscate amiguitos". Qué coño de amiguitos. Como si fuera fácil hacer amiguitos entre locos desconocidos.
En el fondo yo prefería el tobogán porque, aunque estaba alto, me permitía ir a mi bola, excepto cuando había presión por abajo (sólo hay que ver al niño que está trepando y me mira con cara de "valiente pazguata la de arriba"). También me molaban los columpios, porque me permitían soñar con volar (yo era una niña muy cursi) y sobre todo era lo más individual del parque.
Todavía hoy, cuando voy al nuevo parque, con toboganes de líneas curvas y bienaventuradas, siento la antigua opresión en el pecho cuando compruebo cuántos niños sociables hay por allí. Y me alegro de ser mayor y no tener que buscar amiguitos para jugar. Joder.
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5 comentarios:
Ya de niña coqueta y distante. Qué poco cambiamos con los años!
Besos señora
No te creas, yo me miro y no me reconozco (pero que me ahorquen si lo pingo por escrito)
Un beso, Rick. ¿Ya de vuelta? Hay ganas de leer tu crónica viajera.
Pingo no. Pongo.
Y qué tacones! jaja
Mi parque de niña era el inmemso campo y apañátelas como puedas! Ni busca amiguitos ni piérdete con ellos.
Tienes un estilo tan franco escribiendo que no deja indeferente a quien te lee.
Un abrazo.
Serias una niña salvajilla, no? Me encanta.
Un abrazo, ohma.
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