lunes, 15 de octubre de 2012

Mi Dulce Pueblecito

Cada vez que voy al Dulce Pueblecito me entran ganas de quedarme allí a vivir. Unas terribles ganas de hacerme pueblerina, pero ojo, nada de cuidar huerto ni gallinas, a tanto no llega mi espíritu bucólico. Sólo me entran ganas de vivir en una casita muy encalada, pasar tardes contemplativas, vivir en un retiro espiritual algo pijo.

El Dulce Pueblecito es muy cuco. Tiene casas blancas, una montaña agreste, bosques aromáticos alrededor, calles empinadas y niños que juegan a la pelota en la Plaza. Todo el que visita el Dulce Pueblecito se queda encantado. Y los bares y las tiendas de artesanía se quedan más encantados aún. Ir al Dulce Pueblecito en un puente es un horror, se peta de gente de la ciudad y no hay ni aparcamiento. Los urbanitas se pasean por el Pueblecito con sus bastones de hacer senderismo -haciendo un poco el ridículo- y se quedan admirados de lo bien que se vive allí. Muchos repiten que si pudieran, se quedaban allí para siempre.

Yo no suelo ir en los puentes porque además de misántropa, miro por encima del hombro a los urbanitas -dado que yo no lo soy aunque viva en una (pequeña y cutre) ciudad. Yo voy algunos fines de semana y no hago de urbanita -jamás me verán con bastoncito de senderismo, ni siquiera me verán haciendo senderismo-. Como mucho, me verán yendo a por setas, ahora que empieza la temporada. O tomándome una cerveza en un bar. O mirando a mi hijo pequeño jugar al fútbol en la Plaza.

Me imagino de viejecita saliendo por la puerta de mi casa blanca... y no, no me imagino. Quizás sólo quiera llegar a vieja y estar en paz. Sea donde sea.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mar, más allá de la geografía, muchas veces cinematográfica de ciertos lugares, el verdadero atractivo, implícito e invisible, lo constituye la paz, la seguridad y la previsibilidad del lugar. Claro que la combinación de belleza y tranquilidad, atrae con gran fuerza.
Ya los he aburrido con el cantito que para mí la paz de espíritu es la verdadera felicidad, pero creo que tu remate, "Quizás sólo quiera llegar a vieja y estar en paz. Sea donde sea.", habla de eso mismo.
Un beso grande

Marlowe dijo...

Algunas fantasías son para vivirlas y otras para recrearnos con ellas.

A mí me basta con leerte para aspirar ese aroma.

Un abrazo

Mar dijo...

James, en efecto, la clave es el final, porque, ¿quién me dice que viviendo en el pueblecito alcanzaría la paz? Quizás pudiera ocurrirme lo contrario.

Besos.

Marlowe, sí, creo que es una fantasía recreadora, pero igualmente válida, verdad?

Un abrazo.