viernes, 19 de octubre de 2012

No quiero sufrir en silencio

Nadie te avisa cuando te pones de parto, aunque algo te vas oliendo por el camino. Durante el parto de mi segundo hijo no hubo anestesia y parí de la manera más natural y dolorosa posible. Un dolor extremo pero, aunque parezca repelentemente místico, muy satisfactorio. Cuando pares solo piensas en cuánto duele y en cuándo acabará. Parece una meta imposible, yo recuerdo estar pariendo y pensando a la vez, por Dios, que no salga, quiero quedarme así, que no salga que me muero de dolor.

Las matronas me instaban a empujar. Yo empujaba, sollozaba y les decía que me iba a hacer caca. Una matrona me decía, pues no importa, hazte caca, aprieta, empuja, empuja. Parir y defecar. Empujas, aprietas, nadie te cuenta lo escatológico, pares y a la media hora ya te has olvidado del dolor porque tienes a tu bebito en brazos y, joder, no hay felicidad mayor en el mundo. Miras de reojo y ahí está tu placenta, brillante y sangrienta y tan hermosa. Te sientes poderosa, soberana.

Pero nadie te avisa. Dolerán las grietas del pecho. Y dolerá mucho, muchísimo el ano. Nadie te avisa que parir conlleva sangrar muchos días en los que tienes que usar esas compresas de algodón tan poco favorecedoras. Nadie te avisa de las cicatrices en tu vulva. Nadie te avisa del doloroso premio por empujar. Unas hemorroides como soles que te acompañarán en los días venideros y duelen como las cabronas que son.

Pares, tienes hijos y no serás nunca una mamá de revista. Te queda la cicatriz de aquella cesárea. Te queda el pecho suelto y caído. Te queda la barriga redondita. Te quedan las hemorroides.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Independientemente de tu conocida y valorada destreza para expresar en forma interesante cuanto suceso pase por tu mente, no es la descripción que eligiría para fomentar el aumento de la natalidad. Más aún, podrías alcanzar la fortuna tan ansiada (como me digiste una vez, la celebridad ya la has alcanzado) vendiendo este.... (no sé bien cómo llamarlo) a la República Popular China.

La relación dolor-placer es una de esas cosas de difícil explicación, pero muy presentes en el género humano.

Las estrías y las flojedades, son propias del puerperio, aunque no por eso menos dignas de total reconocimiento.

Como confirmando la validez de las compensaciones de la vida, los dolores del parto justifican largamente el prodigio de haber llevado dentro nueve meses a lo que más se ama. Tal cual lo has expresado, aunque como siempre lo hacés con mucha mayor belleza.

Un beso grande

Maria dijo...

Mira que me fuiste a recordar hoy,joder, yo que ya tenía esos episodios olvidados jaja
Tres partos y un aborto,ese es mi curriculum materno. Y mi hija que fue la primera nació de nalgas, toma yaaaaaaaa, eso si que es jodido y fue un parto natural como dices tú.
Ahora que yo recuerde no tuve hemorroides, :) algo bueno me tenía que pasar.
Te cambian el cuerpo totalmente y te ponen tu vida patas parriba pero como dices tú todo se olvida cuando se les tiene en los brazos.
Besos.

Mar dijo...

James, me estas llamando malthusiana? eso se merece otro post. Besos.

ohma, menuda experiencia, un parto de nalgas debe ser algo brutal. Un besote.

Anónimo dijo...

Si hubiese sabido el significado de "malthusiana", te lo hubiese dicho, no tengas dudas.

El malthusianismo o maltusianismo es una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por esta razón, de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, pestes, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción -lo que se ha denominado catástrofe malthusiana.

Ahora que lo sé te lo digo, eres una malthusiana, mujer!

No paro de aprender leyéndote.