sábado, 16 de abril de 2011

Primer ABC


Guardo este maravilloso libro en casa de mi madre. Yo era una mocosa con gafas cuando lo leía. El ABC de la belleza femenina, editado por Círculo de Lectores, que traía miles de consejos para ser guapa. Una guapa de los años sesenta, pero guapa al fin y al cabo.

El libro es una monada. Trae consejos de alimentación al estilo yanqui, con su pomelo para desayunar. Yo nunca había visto un pomelo de pequeña e imaginaba que debía estar riquísimo - puag-. Yo le decía a mi madre cómo debíamos comer para estar guapas y mi madre prometía preparar comidas sanas con su pomelo y todo. Pero el puchero con su pringá tira mucho.

Trae tablas de gimnasia para fortalecer todo lo fortalecible: yo las hacía todas, los abdominales, los ejercicios de gluteos, la gimnasia facial, todo menos el pino, que nunca lo he sabido hacer. Hacía la tabla pero sólo un ratito. Las tablas de gimnasia me parecen lo más aburrido del mundo.También trae un capítulo sobre "la belleza en el transcurso de los tiempos" con anécdotas del tipo "Cleopatra se bañaba en leche de burra". A mi madre y a mi nos encantaban ese tipo de anécdotas.

Pero lo mejor del libro eran los consejos de maquillaje y moda. De los sesenta, ya digo, pero a mi me valían. Como yo era pequeña -y mi madre se ocupaba que mi estado de pequeñez durara lo más posible- no me maquillaba ni me ponía supervestidos, pero iba tomando nota. Yo creo que memoricé todos los dibujitos del libro, donde salían chicas ideales con vestidos de cóctel y con pantalones Capri. Memoricé todos los consejos de moda y maquillaje para el día en que pudiera lucirme así. Y, sobre todo, memoricé muy bien los consejos vitales, esos en los que la autora, la inefable y misteriosa Lilo Aureden, te decía que para ser bella lo importante era el buen gusto y la actitud (a veces se ponía machistorra, pero yo se lo pasaba por alto).

Me hice mayor y mi madre ya no pudo seguir vistiéndome con vestidos de punto de abeja, pero tampoco llegó la hora del ABC, porque me hice jipi-punki, de esas que no usan mascarilla de pepino ni sujetador. Fue una pena y un desperdicio.

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