jueves, 29 de julio de 2010

Viento en la playa

Cada día mi madre y yo hablamos del viento.Es un tema de conversación habitual en esta costa bendita donde vivo. Yo digo: Es levante.Y mi madre contesta: Si, pero está frito por saltar el poniente. Hablar de los vientos es un tema inagotable. Y da igual que nos repitamos. Aquí es importante controlar el tema "vientos". No se está igual en la playa con levante o con poniente. Con poniente te mueres de calor pero el agua está transparente y muy fría. Con levante hace fresco en la playa y no apetece bañarse, pero el agua está calentita, aunque turbia. Con poniente se ve el horizonte, se ve muy lejos. Con levante hay bruma y pitan los barcos. Con poniente la arena quema y la mar está rizada, sobre todo si es poniente fuerte. Con levante el aire va húmedo y no te secas al salir del agua. Con poniente el mar tira para adentro. Con levante hay olas y a veces, algas, maderas y alguna basurilla.

Puede soplar poniente fuerte y no hay quien pare en la playa. Puede estar por rolar y no sabes a qué atenerte -como estos días que está por saltar-; puede soplar viento sur y sentir la piel que arde; puede pegar el levantazo y volverse una majara. El tema "vientos" es complejo, delicado y nos define. Con levante duele la cabeza y los ánimos se alteran. Hasta las moscas se revolucionan con el puñetero levante. En invierno el poniente trae lluvia y en verano sopla seco..., en invierno el levante es inaguantable y deprimente. Por supuesto, a cualquiera de esta zona le preguntas por el viento y contesta sin dudar. A veces solo con salir a la calle y olfatear un poco, basta.

Despues de hablar del viento mi madre y yo, en la playa, nos compadecemos un ratito de la pobre gente que vive en el interior. Yo digo: ¿Cómo puede vivir la gente en verano sin playa, mami?. Mi madre contesta: Ya ves tú, toda la tarde encerrados en la casa, qué agobio, ¿eh?. Yo: La gente va a la piscina. Mi madre: Puag.

Luego las dos nos quedamos muy satisfechas de nuestra conversación -todos los dias la misma, parece mentira, y no nos cansa- sin importarnos mucho lo triviales e intrascendentes que podemos ser. Los niños corretean y se zambullen, andan ya renegridos y da gloria verles tan dichosos.

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