sábado, 24 de julio de 2010

Libros que no me leo (o me leo y mando a tomar por saco)

Hace unos días mi amiga maiKO decía que era la única persona del mundo BDSM que aún no había leído los Cuadernos susodichos. Lo escribía en su blog con esa gracia suya tan delicada (ole mi niña) y a veces un poquito exagerada. Cómo que la única que no ha leído los Cuadernos BDSM!!! Vamos, por Dios!!!! Exagerada!!!! (Yo misma me he leído artículos sueltos, pero lo confieso, soy incapaz de leerme un Cuaderno entero de cabo a rabo.)

Lo cual me lleva a esas lecturas que llaman imprescindibles y que yo digo que no, que no lo son y que el mundo no se para si no se leen. Rayuela, mismamente. Qué asco le tengo a Rayuela. Yo me puse a la tarea de leerla en su día -enamorada de J., el gafapasta carismático, que leía Rayuela y se sabía entero el capítulo número 7-. En aquellos tiempos, ni muerta iba a confesar yo que lo que me leí de Rayuela - más de la mitad- no me enteré ni papa. Qué asco de la Maga con sus neuras, que asco de Horacio Oliveira y sus paridas.

O El Principito. Agggg. No puedo. Vomitiva. Y mira, no se cae el cielo sobre mi cabeza al decirlo. Vomitiva su poesía babosa. Hay gente que le encuentra el punto BDSM al El Principito. Qué asquito..

No puedo con Paul Auster, ni con Haruki Murakami. No puedo con García Márquez (excepto los Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera). No puedo con Saramago, que no. No puedo con ellos, lo cual no quiere decir que les considere sobrevalorados ni malos escritores. Es que no les encuentro la gracia, no me enganchan ni me emocionan. Y a mi, un buen libro es que el que agarra del cuello y me mete dentro. Sin evasión, no hay emoción.

No pude con Sobre héroes y tumbas, no pude con el Ulysses ni con El ruido y la furia. Empecé El Quijote dos veces y ninguna la acabé. Hay muchísimos imprescindibles que jamás lograré leer. Ya puedo dormir con ello. También hay otros muchos que he leído y sobre todo, disfrutado: esos sí me agarraron y me sumergieron. Lo cual es lo que importa, da igual que en el haber de uno haya cien títulos imprescindibles si se han leído para quedar bien. Hay quien lee como un acto de esfuerzo y qué penita me dan. Yo leo por placer. Si lo que leo no me da placer, a tomar por saco.

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