martes, 29 de diciembre de 2009

Cuarenta y dos velas


Fui encendiendo mis cuarenta y dos velas una a una. Cuarenta y dos velas dan muchísimo calor. Mi tía me regala una tarta cada año y cada año se empeña en que la tarta lleve la cantidad de velas correspondiente. A ella no le valen las velas de numeritos, no. Ella flipa viéndome encender las velas una a una y quejarme de que cada vez son más. Luego los niños me ayudan a soplar, los niños asisten al encendido de velas con expectación. Cada año es un momento divertido más del día de Navidad. Mi prima me hace fotos mientras enciendo las velas, los niños miran alucinados y luego todos soplamos. Sale muchísimo humo, cada año más. Y al final cantamos el Cumpleaños Feliz, como debe ser.

Este año estuve un poquito nerviosa porque llovía mucho. En la Navidad del 2007 también llovió mucho y el agua entró a oleadas en mi casa, se inundó la cocina, el salón, el aseo de abajo. Yo tuve un ataque de ansiedad, lloré y ahora, cada vez que caen chaparrones gordos, me entra el tembleque. El día de Navidad estuve nerviosa y no disfruté como otros años. Pero la casa no se inundó.

Ya se fue mi hermana pequeña, cargada de regalos, tardaré en volverla a ver. Faltan pocos días para Año Nuevo y para Reyes, el momento mágico del año, los niños se mueren de ganas. Han dado más lluvias y Charco Redondo está a rebosar.

Me hicieron preciosos regalos el día de mi cumpleaños y estuve con todos los que quiero. Y E. me ama.

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