lunes, 14 de diciembre de 2009

Tarde con amigas y un triskel

El sábado pasé el día con todas mis amigas, las mismas que nos reunimos el pasado agosto. Pero esta vez, además, vinieron dos amigas de amigas a las que no veía desde hacía mucho. Además cuatro de ellas llevaban a sus parejas. Nos reunimos en el piso recién alquilado de mi hermana, que ha resultado ser luminoso, mucho más grande que el anterior y está en pleno centro de esa ciudad puñetera donde vive (no diré su nombre, pero qué poco me gusta esa ciudad).

Comimos lo que no está escrito. Yo me tomé tres botellines, tres chupitos de ron miel y me dejé la mitad del cava con el que brindamos. Pillé el puntito consabido, pero se me pasó pronto. No me lo esperaba, no estaba planificado, pero de pronto nos encontramos cantando las viejas coplas de Carnaval, las de nuestro piso de Cádiz. Los vellos de pico. Se hicieron fotos, lo que me resultó un tostón por la manía de la gente de hacer fotos y perderse la realidad (el que hacía de fotógrafo oficial me cae regular).

Una de las amigas de mis amigas llevaba un triskel colgado al cuello. Ohhhhh, me emocioné. Entre los botellines y entre que pensaba en E. de esa forma irreal en que se piensa en el Amado cuando una está rodeada de gente que no tiene que ver con la situación amorosa, me emocioné. Ninguna de mis amigas tiene conocimiento de E., sólo mi hermana y poco. Así que yo flotaba entre el tiramisú, el ron miel y la charla veloz, con E. de mis amores en el subconsciente.

Vi a aquella amiga de mis amigas, una mujer de mi edad, rubia, que ha engordado un poco desde la última vez que la vi. Que esta casada con el fotógrafo que me cae regular (me cae mal, vamos, es un tío pedante y pesado). Que conozco poco pero por mis amigas se que es buena y amable. Con su triskel colgando al cuello. Había mucha gente y no era plan de preguntarle y además apenas la conozco.

Cuando se me pasó la emoción del presunto reconocimiento bedesemero caí en la cuenta de que el triskel es tambien emblema de otras gentes de mejor vivir. Qué rabia, creo que esa amiga de mis amigas, tan apañada y buena persona, lo lleva por el rollo celta que siempre tuvo. Recuerdo unos Carnavales, que se disfrazó, junto al pelma que entonces era su novio, de guerrera celta o algo así.

Así que la sensación, a veces, en esta provincia del Sur, tan preciosa y bendita, es de páramo sumiso. Leche, sólo se de unas pocas sumisas virtuales de mi tierra, pero no he conocido a ninguna en carne y hueso y olor... que soledad más perruna.

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