miércoles, 29 de febrero de 2012

Dime


Esta enciclopedia, que fue mi primera enciclopedia, es la culpable de que yo sea tan repelente. Cuando gano al Trivial. Cuando siento cátedra. Cuando conozco la respuesta de cualquier gilipollez. Cuando salen de mi boca pedanterías sin fin, échenle la culpa a la enciclopedia roja. Los libros coloraos, decíamos en casa.

Las páginas estan churretosas y sobadas, hay manchas de colacao, son un puñado de tomos bien manoseados. Me la leí entera. Menos el Dime cómo funciona que es aburrida. El resto, todo. Por eso soy tan lista.

El Dime cuál será mi profesión tenía mucho peligro. Salía, por ejemplo, la profesión de ramilletera, con un dbujito de una chica de falda vaporosa vendiendo ramilletes de violetas. Con ocho años yo también quería ser una ramilletera como esa. También quería ser bailarina y trapecista.

Me encantaba el Dime dónde está. Salían sitios tan exóticos como el Mar de los Sargazos o el Maelström de las islas Lofoten. Y el Dime quién es donde Marat está a punto de ser apuñalado por Carlota Corday, César Borgia echa veneno en una jarra y Malinche hace de traductora simultánea.

Aunque mi preferido era el Dime cuéntame. Si soy tan listilla con temas literarios la culpa la tiene el Dime cuéntame, que daba un repaso brutal a la literatura de todos los tiempos y ponía fragmentos chulos de gente tan dispar como Homero, Stendhal o Galdós.

Así que si me paso de enterada alguna vez, pues eso, que la culpa es de los libros de ahí arriba y nada más.

3 comentarios:

Marlowe dijo...

Una publicación genial. !Qué envidia los libros coloraos¡

Saludos.

Anónimo dijo...

Te digo???

Mar dijo...

Si Marlowe, estos libros coloraos son un tesoro y según he investigado, todos lo chiquillos que los tuvieron en los ochenta también los consideran hoy así.

Maiko querida, dime, dime!!!

Besos.