martes, 27 de abril de 2010
¿Dónde queda Historia de O?
Mientras repasaba en el cuarto favorito de mi casa -mi ENORME biblioteca- los libros que más me han gustado, pensé en el clásico que toda sumisa ha debido leer. ¿Me dejó huella? A continuación un análisis sobre si lo hizo o si no (dicho análisis me servirá para ver si soy la típica sumisa, marcada por la lectura de la inefable novela, o si soy una sumisa atípica y topeguay con convicciones radikales y sumamente originales).
Imagino que lo compré en un tenderete de libros de ocasión. Es de la colección La sonrisa Vertical y lo debí comprar de manera compulsiva. Yo tuve una época de compulsividad librera. Compraba libros como un ave de rapiña, mirando a los lados para que no me los fueran quitar, en fin. Imagino que tendría entre dieciocho y veinte años.
Confieso que no lo he leído de pe a pa. Es un tostón de novela. Confieso que me he leído sólo las partes de sexo, de lujuria, de sodomía y de perversión. Pero las partes pesaditas, donde O se pone tonta, puef, esas me la salté alegremente. Me la leí sin saber de qué iba e ignorantuela de todo sobre flagelaciones y entregas.
Me masturbé leyéndola, por supuesto y quien lo niegue es un hipocritón/ona. Y me recreaba en las partes más inicuas y lascivas, allá donde O era sometida a humillaciones sin cuento. Buahhh, yo flipaba. Pero a la vez me sentía ... ¿qué adjetivo usar?? Levemente horrorizada? extrañada? molesta conmigo misma?
El caso es que yo era tan feminista y tan radikal que mientras mis dedos me acariciaban me sentía muy, muy culpable por ello. Jo, yo iba a manifas y colaboraba en fanzines y toda la pesca... ¿las feministas como yo podían excitarse con cosas de sumisión y humillación y tal? Era una culpabilidad puñetera aquella. Muy puñetera. Historia de O se quedó marginada en la biblioteca y quedaron marginadas mis lubricidades masoquistas. Mucho, mucho tiempo.
Marginada Historia de O y condenada al ostracismo por mala novela, de calidad mediocre y aburrido argumento. Marginado mi masoquismo natural por incompatible con mis sueños de abanderar la causa feminista e igualitaria. Ole, con dos ovarios. No lo proclamaba yo ni nada a los cuatro vientos.
Así que Historia de O no me marcó gran cosa -sólo me sirvió para pasar un par de tardes de placer solitario- y tuvo que pasar el tiempo y tuvo mi coco que madurar bastante para descubrir que hay cosas que no tienen nada de incompatibles, que el mundo es ancho y ajeno y cabemos todos y que mola más ser una caña flexible al viento que toca que pemanecer rígida e inalterable por los tiempos de los tiempos.
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