miércoles, 24 de junio de 2009

Primeras noches del verano

Hace años celebrábamos San Juan en la playa. Hacíamos nuestra hoguera y mi amiga T. que es medio bruja nos pedía ciertos rituales. La noche era una forma de reunirnos en la playa, beber y reír sentados en la arena. Mis amigos, pies descalzos en la arena fría, hogueras a lo largo de toda la playa. Risas. Deseos. Pedíamos deseos al fuego y al mar. Metíamos los pies descalzos en las primeras olas de la Noche de San Juan.

He tenido la fortuna de vivir varias noches mágicas en verano. La magia es fácil de encontrar, sólo hay que tener los sentidos alerta. Creer en hadas, creer en duendes y creer en deseos que se cumplen si ves una estrella fugaz que atraviesa el cielo.

Y si se cumplen o no es otra historia. El momento en que hueles, percibes, sientes en la piel la brisa mágica de las noches del verano, ese momento es único. La fuerza con la que descubres que todo puede ser posible, que es cuestión de fe, de confiar en noches bienaventuradas que pasan lentas.

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