domingo, 13 de noviembre de 2011

Teatro

En mi cutreciudad no hay teatro. Escribir ésto no saben cuánto duele. Qué verguenza reconocer que hace años que no veo una función de teatro. Yo que iba para actriz. Yo que protagonicé ¡una! obra -y ese día único de representación me vi cruzando alfombras rojas y todo (pero qué coño, fue un gran día).

Hace años que no veo una función pero si que he visto a algunos grandes. A Verónica Forqué y a Luis Galiana en Ay, Carmela, y conseguí sus autógrafos a la salida. A Luis Merlo en Calígula y estaba tan cerca que le veía escupir en sus monólogos. Los Dagoll Dagom, a Charo López, a gente maravillosa que se dejaba la piel en escena y me hacía sentir una terrible envidia por no estar ahí.

También he visto obras ridículas, ese teatro insoportable que quiere decir GRANDES cosas y se queda en grandilocuente. Obras que se representan con soberbia y el objetivo de epatar... recuerdo que cuando salía de ver funciones así me encendía un fortuna y miraba a la gente que venía conmigo de reojillo. A ver quién es el listo que dice algo. A ver si alguien se atreve a decir que ha sido una pasada de obra. Y siempre había algún carajote que lo decía.

Lo cierto es que la gente con la que solía ir al teatro eran gafapastas del tipo carajote y probablemente yo tenga muchos prejuicios aún hacia ese tipo de gente del teatro. Eran muy víboras. Recuerdo noches de beber y rajar de otros grupos de teatro de la localidad. Y luego, cuando te encontrabas con la gente de esos otros grupos, mucho jijijaja. Pero, aún cuando les guarde inquina, fueron el medio que me llevó a ver teatro, buen teatro y teatro nefasto, que también es conveniente ver, para aprender humildad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Decoración de interiores


Camelot 3000
La primera imagen que decoró este blog fue la portada de Camelot 3000. El ejemplar que tengo es una edición de los 80 y la encontré en un puesto de libros de ocasión. Es un ejemplar viejuno y manoseado, con algunas hojas sueltas y huele un poco a rancio. A poco de conocernos, E. y yo hablamos de este cómic y yo empecé a pensar en casualidades, paralelismos y tontaditas así.

El cuadro de Lucien Freud
Es bastante evidente: ponerlo en lo alto del blog declaraba todas mis intenciones erótico-cultas. Como ir diciendo, ojo, ésta es una cachonda pero sabe de arte.

La foto del perfil
Es una foto de estudio de Fay Wray para la promoción de King Kong. La he utilizado en varios sitios porque también daba el pego de ojo, ésta además de pintura sabe de cine clásico -que mola más-. Además, queda como una imagen muy sumisa pero poco vista. Y además King Kong es una peli mítica de mi infancia, que ya lo tengo escrito por ahí.

Las citas de Camelot 3000 y de Rayuela
Las dos hablan de casualidades y del eterno retorno que son fantasías muy adolescentes que permiten conciliar muy bien el sueño. Son compatibles con hacerse mayor y dan calor y esperanza. Además, Rayuela es una novela mítica de juventud-aunque ya muy denostada por mi parte-.

La letra de Roxanne
El primer disco que me compré fue Synchronicity. El primer baile lento que bailé fue Every breath you take. Es que The Police son muy míos y yo soy una criatura de los ochenta. Yo usaba el nick de roxanne porque molaba mucho (además ya lo he escrito antes) y E. se fijó en mi gracias a él -aunque me confundió con Cyrano-.

La cita de Borges
Ojo, yo no soy la típica que va de pedante y cita a Borges -pedante soy pero Borges me parece sobrevalorado, aunque en ocasiones sea grandioso-. Pero Emma Zunz fui yo una vez y también es cierto que a veces sólo son falsos uno o dos nombres propios, que así la vida resulta más fácil.


lunes, 31 de octubre de 2011

Contradicciones sobre ir en cueros

Yo no soy nada pudorosa y ponerme en cueros me sale natural. En mi casa, de pequeña, mi madre siempre se ha paseado en bolas en verano y siempre se ha entrado en el cuarto de baño sin llamar. En mi casa materna, la falta de pudor siempre ha estado bien vista, lo cual nos ha hecho, a mis hermanas y a mi, naturales y felices en nuestro cuerpo.

De adolescente si me daba verguenza quedarme tetas al aire ante mis amigas, pero era por falta de costumbre. En realidad tengo amigas para todos los gustos: algunas siempre se han cambiado de ropa en el baño, lo cual me parece ridículo ahora; otras se despelotaban sin problema delante mía, lo cual me parecía envidiable. Pero eso era antes.

Me gusta mirarme y remirarme en el espejo del baño. Hay días que me veo perfecta; hay días que me veo gorda y flaccida y vieja. Hay días que tengo la barriga hinchada. Otros pienso que me comería a besos. Algunas veces me he masturbado frente al espejo del baño y me he excitado con mi desnudez: masturbarse frente a un espejo es el perfecto ejercicio onanista. Te estudias el movimiento de los dedos, la vulva que brilla, la cara encendida. Te estudias las contracciones del cuerpo al correrte y cómo se te queda la cara. Mira, pero qué guapa y cuánto me quiero.

Lo que me resulta raro es verme desnuda en fotos. Aunque raro es un eufemismo -pero no sé qué palabra usar-. En una foto los defectos permanecen inalterables. Me veo desnuda frente al espejo y la redondez de un lado y el pellejo del otro pasan. Solo tienes que cambiar de postura. Te mueves frente al espejo y vas buscando tu lado bueno. Pero en las fotos el culo, la barriga, las tetas salen sin excusas. Hay que hacer muchas, muchas fotos para quedar satisfecha y nunca del todo porque piensas joder, ¿de verdad ese es mi culo y esas molllitas son mías, así me ven?

Me hice muchas fotos y sólo me quedé con tres.




martes, 25 de octubre de 2011

Reacción en cadena

¿Qué pasa si me corro en tu cara?

1. Cierro los ojos. Es un acto reflejo. No es que no te quiera mirar, Amor.

2. La boca abierta como una boba, no, yo intento mantener la dignidad aún en los momentos más obscenos. Cerrada, tampoco, queda feo. Entreabierta, en plan sugerente, en plan como... ah, me encanta que te corras en mi boca.

3. Nada de éxtasis. Que te corras en mi boca no es un acto trascendente porque no debería ser inusual. Al contrario, debe ser habitual y no producirme sorpresa o alucinaciones.

4. Nada de orgasmos mentales. Eso es leyenda urbana-bedesemera de baja estofa.

5. Me río. Por sana alegría. No pienses que me burle o que me entre la risa histérica, qué cutrez. Una buena eyaculación en el rostro es motivo de alegría y risa, todo en el sexo lo es.

6. Hay una probabilidad alta de que me preocupe por mi flequillo. Soy así de gilipollas y además tiendo a estar en varios sitios a la vez -mentalmente-. Suena fatal, lo sé, pero para qué vamos a mentir. Pienso en los efectos desastrosos que los líquidos -o semilíquidos- producen en mi flequillo ... y no me gusta estar fea en el sexo. (Solución: tener las planchas a mano).

7. Nada de frases maravillosas. El sexo y la alta literatura son contraproducentes. Mejor, nada de frases.

8. Sobre todo, nada de momentos cursi-sumisos, adoraciones y demás tontadas. Yo creo que las pavas que hacen esas cosas nunca han experimentado una buena corrida facial. Y la subliman.

9. Entonces, ¿no es un momento mágico, profundo, intenso, etc? Sí. Por eso me río.

y 10. Luego vienen posts como estos, que E. me provoca sin saber -¿o sí que lo sabe?- y que tanta falta me hacen para demostrarme que puedo seguir ágil y creativa.







jueves, 6 de octubre de 2011

Con D de dragones y despacho

Mi despacho compartido con C. fue al principio territorio hostil. No quería ir, porque le tenía miedo a lo nuevo. Nuevas tareas, gente que llama, cosas que decidir y mi mirada hosca frente al PC. ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si meto la pata? ¿Y si no resulto ser lo que esperaban? Y lo malo no es meter la pata porque las cosas terminan arreglándose, lo malo es mi hosquedad. La de los lunes y los martes. A veces son días petardos y bordeo el pánico a equivocarme, pero eso no justifica ser una borde. Debo cambiar. Sonreir cuando vienen a interrumpirme, porque ningún papel es más importante que una conversación. 

Los dragones están en un momento surrealista. Aún no ha muerto nadie, pero se ve venir (hay personajes con todas las papeletas para palmarla pero ya). Lo bueno de leer en pantalla es que no puedo adelantar tramas. Ni se me ocurre leer la última página, eso que con un libro de papel ya hago por vicio. No tengo ni puñetera idea de qué va a ocurrir y es emocionante. Hay personajes nuevos, personajes que antes eran secundarios y ahora son jugosos protagonistas supermalos (los Bolton!!!) y un lío gordísimo entre los que vienen y se van. Me quedan unas doscientas y pico de páginas -pero no me angustia porque tengo más libros prometedores en espera. Es una deliciosa sensación. 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Biorritmos


Yo antes no enseñaba los pies y ahora los luzco que da gloria. Gracias a mi parejita de podólogos, una parejita encantadora que me trata cada dos meses y me cuida estas uñas miserables.

Me cambié el nick y ya no es nick sino mi medio nombre. Cosas de los biorritmos y los cambios de estación. Me encuentro más cómoda con mi medio nombre -el que inventó E. y suena tan bonito y tan bien cuando lo pronuncia-. Igual de cómoda que con mis pies podológicamente tratados y reinsertados en la sociedad.

Le conté a mi hermana, a mediodía, cosas de los biorritmos. Pseudoteorías mías con cosas leídas aquí y allá. Ella me decía, jo cuántas cosas sabes. Y es que yo soy la hermana lista de las tres -las otras se reparten otras cualidades que a veces envidio-. En realidad no tengo muy claro qué coño son los biorritmos pero el otoño me sienta bien, este fresquito y la luz de las tardes. Me gusta estar en vaqueros en casa. En vaqueros y chanclas, yo tampoco usaba antes chanclas, por no enseñar los dedos.

En otoño me vuelvo más trabajadora, quizás me venga la inspiración. Estuve leyendo un artículo sobre Jonathan Frazen -me compro Libertad en cuanto la coloquen en las estanterías- y sentí una envidia TREMENDA.

Dejé Salvajes a medias porque he empezado Danza de dragones y ya no puedo parar.

lunes, 29 de agosto de 2011

Caleta


No es la playa más bonita del mundo y un domingo por la tarde rebosa de gente del barrio. El día de la foto hacía un levante terrible, pero en la Caleta el viento no llegaba. No había olas y el agua estaba templada. Yo, que estoy hecha al agua helada en las playas de mi ciudad, sentía el agua de la Caleta como agua de pucherete.

En medio de la Caleta, un cachito de Atlántico manso, con el cielo encapotado y rayos que se filtraban entre las nubes, entre el Castillo de Santa Catalina y el Castillo de San Sebastián, con decenas de barquitas ancladas a estribor. No es la playa más bonita pero yo estaba en la gloria.