jueves, 6 de octubre de 2011

Con D de dragones y despacho

Mi despacho compartido con C. fue al principio territorio hostil. No quería ir, porque le tenía miedo a lo nuevo. Nuevas tareas, gente que llama, cosas que decidir y mi mirada hosca frente al PC. ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si meto la pata? ¿Y si no resulto ser lo que esperaban? Y lo malo no es meter la pata porque las cosas terminan arreglándose, lo malo es mi hosquedad. La de los lunes y los martes. A veces son días petardos y bordeo el pánico a equivocarme, pero eso no justifica ser una borde. Debo cambiar. Sonreir cuando vienen a interrumpirme, porque ningún papel es más importante que una conversación. 

Los dragones están en un momento surrealista. Aún no ha muerto nadie, pero se ve venir (hay personajes con todas las papeletas para palmarla pero ya). Lo bueno de leer en pantalla es que no puedo adelantar tramas. Ni se me ocurre leer la última página, eso que con un libro de papel ya hago por vicio. No tengo ni puñetera idea de qué va a ocurrir y es emocionante. Hay personajes nuevos, personajes que antes eran secundarios y ahora son jugosos protagonistas supermalos (los Bolton!!!) y un lío gordísimo entre los que vienen y se van. Me quedan unas doscientas y pico de páginas -pero no me angustia porque tengo más libros prometedores en espera. Es una deliciosa sensación. 

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