Ocurre un domingo de otoño, cuando llegar a casa es llegar a una nueva vida. Ocurre cuando te despides con un abrazo breve en el que caben cuarenta y tres años de amor. Ocurre cuando vuelves a leer y añoras letras, cuando añoras sin dolor.
4 comentarios:
Anónimo
dijo...
Corríjeme si me equivoco, pero ello, sucede después de haber perseguido los "grandes momentos de gloria" y tras el paso de vaaaarias estaciones, empezamos a valorar los detalles pequeños, que de pequeños nada tienen. Así lo siento.
Sabes...me encanta esta mini entrada... y me entusiasma esa frase...
Yo siempre he perseguido que lo ordinario puede ser extraordinario...
Y me quedo con algo...ahora que estoy en un momento de creer...a esa mismita edad que la que escribes..."cuando llegar a casa es llegar a una nueva vida"... Yo quiero eso. Con todas sus consecuencias...
4 comentarios:
Corríjeme si me equivoco, pero ello, sucede después de haber perseguido los "grandes momentos de gloria" y tras el paso de vaaaarias estaciones, empezamos a valorar los detalles pequeños, que de pequeños nada tienen.
Así lo siento.
Y en un abrazo puede caber toda una vida.
Uf...
Pienso igual que tú, así que nada de corregir. Vamos, yo jamás te corregiría.
Sabes...me encanta esta mini entrada... y me entusiasma esa frase...
Yo siempre he perseguido que lo ordinario puede ser extraordinario...
Y me quedo con algo...ahora que estoy en un momento de creer...a esa mismita edad que la que escribes..."cuando llegar a casa es llegar a una nueva vida"...
Yo quiero eso. Con todas sus consecuencias...
Yo pienso que tenemos la obligación de hacer extraordinario lo ordinario. También creo que es más fácil de lo que parece.
Gracias por tu comentario y suerte.
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