Ayer llevaba el carro de la compra petado de porquerías. Se celebra una fiesta y había comprado paquetes de patatas fritas de sabores guarros, latas de fanta y una barra de helado de tres sabores. Cuando lo colocaba todo en la línea de caja me fijé en el que se me puso detrás. Yo siempre cuelo a la gente que lleva una cosilla o dos, sobre todo si mi carro va tan petado como el de ayer. Pero al tipo que se me puso ayer detrás, con un triste paquete de latas de cerveza, lo conocía.
Fíjense lo borde que soy. Es un tipo que fue amiguete. Uno de una pandilla que tuve, aquella pandi radikal. Lo veo a veces porque vive en mi barrio pero nunca le saludo. Hago una cosa muy chunga y muy mía. Le paso la vista por encima, como si su realidad resbalara. De hecho es un tipo que me resbala y el caso es que nunca me hizo nada malo.
Nunca fuimos íntimos ni nada pero si fui a su antigua casa varias veces a tomar cervezas y fumar porretes. Era muy colega de Pako. Recuerdo aquel piso que tenía, el típico piso en barrio cañí, decorado con pañuelos palestinos y posters de MiliKK. Yo nunca le tragué, pero no se bien por qué, supongo que se debe a esa capacidad mía de olfatear a la gente hipócrita.
Me lo suelo cruzar en el supermercado del barrio y siempre resbalo por encima. Pero ayer se me puso detrás con sus cervezas cruzcampo y yo me aturrullé con mi compra. Patatas sabor jamón, fanta de naranja y, glup, insecticida para las cucarachas. Supongo que el tipo estaba mirando, con esa mega conciencia ecológica que Dios le dió, pensando en lo mezquinamente burguesa que me he vuelto. Yo le miraba de reojillo y disimulaba dándole charla a mi hijo pequeño. ¿Le cuelo, como hago siempre? ¿O le ignoro porque le odio sin motivo?
Por supuesto le colé. Le dije "pasa tú primero que yo llevo muchas cosas". Lo que siempre digo pero mirándole con mirada de "te conozco pero hago como la que no te conoce y te jodes".Creo que él se aturrulló más que yo porque por supuesto él también se acuerda de mi aunque tampoco me saluda nunca (ni quiero que lo haga). Primero me dijo -balbuceó- que no, que no importaba. Pero le insisti -con mala leche interior- y la cajera también le preguntó si iba a pasar por delante, así que se vio obligado. Al irse farfulló un gracias, no se si a la cajera o a mi.
Ya digo, muy típico de mi dejar de saludar a la gente. Podría justificarme diciéndo que soy una despistada pero no, dejo de saludar a la gente por coraje. Gente de otra época que aguanté por carajotez mía, gente que nunca me gustó del todo aunque fueran coleguis, o gente que, simplemente, me recuerda lo insulso de algunos días y mi propia hipocresía al vivirlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario