Estuve en una de las habituales cenas de despedida de junio. Me pinté los labios de rojo y me puse pantalones; el estilo masculino-femenino con el que me encuentro cómoda cuando salgo de noche. M. proclamó, un poco a gritos, que yo era la más guapa de la mesa. No estaba aún borracho, sólo eufórico. Como soy lela, eso bastó para alegrarme la noche (aunque un rato antes me emocioné con el rollo de la despedida, lo de siempre)
Después de la cena me fui con dos compañeras a tomar una copa. El resto se fue a casa a sobar. Charlamos hasta las tres de trabajo y podría parecer que vaya petardas, hablar de trabajo cuando la noche es joven, pero cómo explicarlo sin explicar. La energia, la pasión, las ganas, aún en junio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario