Mi compañera me hablaba irritadísima. Su cólera me llegaba a oleadas, una ola, otra ola, una marea acongojante. La edad. eso es madurar: aguanté sin mover un músculo de la cara su fastidio. Yo la veía venir: quería atraparme, liarme en su mosqueo, es que me conoce y sabe lo tonta que soy y cómo me meto en la red yo solita. Pero no, ya digo que es la edad. Yo veía venir sus embates sulfurados y yo estoica, ciega no pero casi sorda. Intentando ser sorda.
No va conmigo.
No me interesa.
No pico, joder.
Y ella bla,bla,bla, tan enfadada, tan ineficazmente indignada.
Acabé agotada pero limpia como una patena.
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