Fue, como debe ser, un sueño erótico pero liviano. Nada de folleteo, ni desnudos ni nada. Un sueño muy de quinceañera. Besitos, besazos, morreos, toqueteos y algo que me entusiasma: el roce de su polla tras el pantalón. Adoro frotarme contra una polla empitonada y apretada dentro de los vaqueros. Aunque no fue Pako quien me lo enseñó, a pesar de ser mi primer amor.
Los primeros es lo que tienen: se les mitifica en un rincón del subconsciente y aparecen de manera traidora una madrugada, cuando los tienes olvidados y bien desatendidos. Y él merece toda mi desatención por majadero. Sólo buenos amigos. ja. Un mojón para "los buenos amigos", Ya he escrito por aquí que nunca he creído en la buena amistad hetero y a casi todos mis amigos varones he deseado follármelos.
Enamorarse por primera vez de un ente es lo que tiene. Divinizas. Es el Elegido, no sólo condenadamente guapo. Tiene carisma. Tiene un halo. Un fulgor que eclipsa al resto y la eclipsa a una. Sobre todo si, con diecinueve años, antepones eso de la belleza interior al resto. Ja. Otro mojón para la belleza interior. Pako era un sublime pero, como a todos, le tiraban más dos tetas que dos carretas. Y yo, en esa época, no lucía mucho mis tetas y me afeaba a conciencia por aquello de la radikalidad.
A Pako le quedaban del carajo los pañuelos palestinos. Era un antisistema cuando aún no usábamos esa palabra. Yo le vi con el pañuelo tapándole la
Maldita sea. Es que era condenadamente guapo.
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