La segunda semana de septiembre es altamente puñetera, espídica y pone siempre a prueba mi sociabilidad. He gruñido encerrada en el despacho, con la mesa desordenadísima y he gruñido a los incautos que se asomaban a preguntarme cosas. Todas me resultaban odiosas e inoportunas y he distribuido miradas de rencor a diestro y siniestro.
(De vez en cuando me acordaba de lo fea que me pongo con el ceño fruncido. Y a veces me ponía en modo simpático y echaba para fuera la sonrisa. Joder, de verdad que salen como brillitos en el ambiente, no es coña, sonreir tiene unos efectos paliativos acojonantes.)
Cuando salía, esta semana, del despacho para ir al váter, por ejemplo, sabía que me iban a entretener con esa enojosa sucesión de problemas propios de la segunda semana de septiembre. "Mar, pasa ésto", "Mar, pasa lo otro", joder, no me dejaban ni ir a mear ( y además tenía que subir al servicio de arriba, porque el de abajo tiene la puerta rota. También me preguntaban cuándo arreglarían la puerta. Coño, yo que se, el de mantenimiento ya estaba avisado).
Un noche C. nos mandó un whatsapp al grupo de las tres jefas para desayunar juntas antes de ir al trabajo. Lo que viene siendo de toda la vida un "desayuno de trabajo", cosa que jamás he hecho y me entusiasma una mierda. Estuve pensando mil formas de dar largas al desayuno porque tengo una fobia loquísima a ir a tomar café con otras mujeres. Hablar de niños. Hablar de extraescolares. Hablar de thermomixes. Como no encontré ninguna excusa decente, quedé con C. y N. y fuimos a una venta en la salida de mi ciudad que es famosa por su cafe y sus tostadas de pan moreno. Hablamos de niños, pero sobre todo hablamos de trabajo, no lo pasé del todo mal pero espero que no se convierta en costumbre.
El jueves acabé rendida y llegué a casa imbuida en una insociabilidad extrema. El viernes estuve de morros parte de la mañana pero sin darme cuenta se me fue pasando y acabé de cervezas en el centro con un grupito de compañeros, lo cierto es que logré dar el pego y charlé de todo la mar de simpática y empática.
Lo que no se es si quiero que se convierta en costumbre.
2 comentarios:
Estimada, como siempre es divertida tu forma de escribir, simpática tu autocrítica y este tipo adentrada nos permite conocerte a quienes nos interesa saber de vos algo más. Pero cada uno es como es y ser algo insociable no está mal, ni bien, ni regular, sos así y nada que decir. Hay gente alta y gente baja, hay gordos y flacos, materialistas y sentimentales, solteros y casados, más sociables y menos sociables. Así es la vida y está bien quie así sea.
Besos
Si me ven divertida, qué más da ser insociable, no? Parece contradictorio pero no, verdad?
Besos.
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