La Eternidad puede ser dormir sin sueños.
Puede ser un sueño en el que no sabes que estás dormido. Un sueño eterno.
La Eternidad puede ser un viaje infinito de planeta en planeta. Tatooine. Naboo. Alderaan. Endor (en Endor me quedaría una buena temporada).
La Eternidad puede ser un vacío. Pero como no hay nada, no te das cuenta.
La Eternidad puede ser una fiesta eterna, una feria, un parque de atracciones que nunca acaba. Vacaciones eternas. La Eternidad puede ser una playa dorada o una ladera donde rodar entre flores.
A veces grito en medio de la noche y el grito me despierta. Me ocurre siempre en el primer sueño y es una especie de miedo a dormir y desconectar. Una especie de miedo a lo Eterno. Me ocurre desde niña.
La Eternidad puede ser el reencuentro con los abuelos. Y conocer a los bisa y tatara y a más gente aún. Y celebrar grandes reuniones donde hablar eternamente y contarnos cosas.
La Eternidad puede ser un tiempo eterno para leer, para ver películas, para escuchar toda la música, para conocer todo lo bello y bueno y eterno.
También, seguramente, serán besos. Besos que nunca acabarán. Caricias y abrazos.
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