jueves, 7 de mayo de 2020

Flâneuse, otra vez




Hay un extenso paseo, a lo largo del puerto, al que siempre he ido al caer la tarde, en primavera y los días buenos de invierno. Está casi al lado de mi casa, se podría decir que mi casa corta al paseo de manera trasversal y lo divide en dos mitades. La de la derecha bordea estrictamente el puerto, se ven muy cerca las  gruas, de hecho, los días de levante se oye su chirrido. Es una mitad del paseo menos bonito pero muy práctico para caminar a paso ligero, para ir en bici y para patinar porque la calzada es muy amplia aunque no tiene sombra.

La mitad del paseo de la izquierda sigue bordeando el puerto pero hace años hicieron jardines y es un camino sombreado. En un tramo, en el lado interno, se pasa junto a la tapia del viejo cementerio, pintada de verde oscuro. Más adelante, hay unas pistas de atletismo, un circuito de gimnasia para mayores, los restos de una fortificación de la Edad Media. Así que es un paseo más ameno que el otro, aunque algo más estrecho y hay que echarse siempre a un lado cuando sientes a la gente que corre respirar a la espalda.

Ahora cuando salgo a las ocho tiro unos días hacia la derecha y otros hacia la izquierda del paseo y me hago la ilusión de que sigue igual. Que estan los mismos árboles, el carril bici medio despintado, el sonido tranquilizador del puerto, del tráfico que pasa lejos, los barcos de pesca que salen a faenar a esa hora. Y que es la misma gente de siempre, aunque apenas nos veamos la cara y nos crucemos con precaución y guardando la distancia, pero los mismos, con ganas de pasear, quemar grasas, airearnos, oler el mar, saludar de lejos, hacer casi lo de siempre.

3 comentarios:

Darth Vincent dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Darth Vincent dijo...

Hola Mar

Me encanta saber de tí, que todo va bien, dentro de lo cabe, en estos días extraños y dificiles que nos han tocado vivir.
Ese callejear sin rumbo fue mi pasatiempo favorito de mi adolescencia tardía, siempre acompañado con la música de mi Sony Walkman (sí, ya no soy un chaval, jajaja)
Ahora, he perdido ese gusto...desde que, el día 2 de mayo, permitieron salir ni que sea una hora, no he querido salir...no sé si me está gustando este encierro conmigo mismo, más de lo que debería, o que ya no me interesa lo que me ofrece el mundo ahí fuera, por decepcionante...lo mismo, debería guardar en cuarentena también mis pensamientos, jeje...Cuídate mucho. Un abrazote apretao.
P.D.1 Me gusto mucho Carbono Modificado, quizás siga con la trilogía y le eche un vistazo a la serie de Netflix...aunque antes quiero releer Un mundo feliz (increiblemente visionaria para 1931) y El mal de Portnoy.
P.D.2 En relación al título de la entrada, recomendarte el libro de Lauren Elkin (aunque posiblemente lo hayas leído)...fue muy revelador reconocer que la calle no es un espacio neutral y una mujer no puede caminar de la misma forma en que lo hace un hombre.

Mar dijo...

Hola, me alegro yo también de verte por aquí!
De la trilogía Takeshi Kovacs creo que la editorial Gigamesh solo tiene el primer y el segundo libro. Habrá que esperar al tercero. Yo aún no lo he leído, el segundo, y eso que ahora estoy on fire.
Estos días leí La casa de hojas, que es una novela rarísima y que te deja con mal cuerpo. No se si la conoces.

Gracias por la recomendación y por seguir leyéndome.
Un abrazo!!