martes, 31 de marzo de 2020

Los días que vendrán


Hace un mes, en el puente de Andalucía me fui de viaje. Ahora recuerdo aquellos días como un sueño. Compruebo en las pocas fotos que hice que aquel viaje fue real y que conocí una de las ciudades más bonitas del mundo. Ahora pienso en ella así, a pesar de que en realidad es una ciudad caótica y algo decadente. Ahora la recuerdo bellísima, llena de sorpresas, ahora, parece tan lejano recuperar los días de viajes, de cervezas en una terraza, de tocarnos.

Cada día me asomo siete u ocho veces a la azotea, un espacio que yo apenas pisaba antes. Las palomas han colonizado la calzada y andan algo despistadas, parecen que añoran a la gente. En el tejado de la casa vecina se posan las gaviotas y estos días chillan sin parar. No se si por el viento de levante o porque también echan de menos el tráfico y la bulla humana. Mis vecinas de enfrente se asoman en bata a su azotea y ya nos saludamos. Mi vecina de la izquierda sale menos y cuando lo hace, regaña a los transeuntes que van de dos en dos. Yo me hago la loca.

Me pregunto si cuando volvamos al trabajo será una mañana de abrazos y risas. Hago pequeños planes para ese día y los que vendrán.

sábado, 21 de marzo de 2020

La semana diferente

Ayer tuve la regla después de tres meses. Ha estado todo el invierno creyéndome una menopáusica feliz y ayer, primer día de primavera, justo antes de empezar a comer, tuve que salir corriendo al baño a cambiarme porque la sangre se me escurría loca de contenta. Una amiga me comentó en el video chat que quizás era por lo que estaba pasando.

He estado todo el invierno sin pensar en escribir, con la cabeza en otras cosas. No pensaba volver a escribir hasta hoy mismo. Me desperté a las seis y leí este artículo y de ahí mi vuelta en esta semana diferente,  al principio de la primavera, a la vuelta de mi menstruación.

Hacer memoria de esta semana parece sencillo porque todo ha cambiado y a la vez poca cosa. Sigo levantándome temprano, me ducho y desayuno. Trabajo desde casa. Intento hacer el mismo trabajo, o adaptar el trabajo a la nueva situación. Ordeno la casa, preparo comidas, leo y veo series, paso el rato con mi hijo menor, jugamos al Trivial y al Uno, vemos Los Simpsons y combates de sumo en la tele. Lo mismo que hace dos semanas y el invierno que quedó atrás.

Pero no. Es lo mismo y diferente y como todo el mundo ahora, me planteo nuevas estrategias para la incertidumbre. Nuevas rutinas. Ponerme una camiseta distinta cada día. Charlar a diario en los tres grupos de whassap que tengo, sólo tres, bendito sea. Contestar rápido, mandar mensajes de ánimo a mi amiga que está sola en su casa, a mis hermanas. Salir a la azotea, admirar el silencio de esta calle que siempre fue tan ruidosa. Añorar el ruido. Aplaudir a las ocho y saludar a los vecinos que pocas veces saludaba. Nuevos temores que se suman a los antiguos, intentar mantenerlos bajo control.