sábado, 27 de febrero de 2016

Decíamos ayer

He acabado de pasar unas doscientas fotos del móvil al portátil y de ahí al disco duro externo que acabará por transformarse en un mini-espacio-diógenes. Mi viejo pc lo petó ayer mismo. Fui a encenderlo y no encendió, consulté al doctor google sobre posibles soluciones, por consolarme pero se que no tiene arreglo. Era viejísimo, tardaba eones en arrancar y el ventilador sonaba como un viejo achacoso.

He repasado todas las fotos que acabo de archivar, fotos que van del otoño pasado al último viernes (como siempre, constato que salgo en pocas y bien, en menos; nunca jamás lograré ser fotogénica) y compruebo que he pasado el mismo tiempo sin escribir.

A mi me ha parecido un océano de tiempo que ha resultado fantástico: no he echado nada de menos este blog -a veces un poquito cuando sonaba alguna de esas canciones-. Hasta, lo reconozco, me he solazado este invierno con mi maldad de ex-escritora o ex-bloguera que mantiene en el olvido a su criatura. No ha sido sequía creativa, ni falta de inspiración. Ha sido un puro y avieso experimento de "a ver qué pasa conmigo" y mi poda radical de emociones.

Mi viejo pc estuvo meses arrinconado y creo que se me murió por inanición. Dejé de alimentarlo, yo que lo aporreaba a diario con mis dramas. Pobrecillo, tanta tabarra que le di durante años para acabar olvidado y un poquito despreciado. Lo que es el tiempo:unos meses tan solo -con un cambio de año entremedias- y parezco otra. Me gustaría saber ya qué sale de ésto.