lunes, 30 de noviembre de 2009

Quererte no es bonito, es bueno

Esto es un poquito difícil. ¿Cómo crear un post lleno de amor sin que el almíbar rebose? Porque mi aversión a las calorías azucaradas en forma de escrito es legendaria. Porque soy tan chula yo, que cuando leo los blogs y escritos de sumisas rendidas a su Amo y Amor me digo: Yo???? Nunca!!!!!

¿Cómo escribir sobre nuestro Amor? ¿Cómo hacerlo con palabras rotundas, serias, transparentes, ligeras, suaves, dulces (ops!), redondeadas, infinitas, directas, plenas, llenas, tangibles, materiales e inmateriales, veraces, contundentes, valientes, espirituales, carnales, palabras de amor?

¿Cómo decir en pocas palabras (para que el post no sea pesado y de ganas de mandarlo a freir monas), como, digo, decir en pocas palabras que Él es mi Amor y que le deseo, que le venero, que me rindo a Sus pies? ¿Cómo hacerlo y que Él lo sienta en el alma, en el cerebro y directamente en su sexo?

Quererte no es bonito, es bueno. No lo digo yo. Lo dice Él.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Lecturas acumuladas


CASTLE HOWARD. YORK. U.K.

Parecía que iba en buen camino, hace un mes, pero he vuelto a acumular libros en la mesita de noche. Empiezo uno, aparece otro, se me antoja releer otro más, intento acabar el primero... El caso es que me encanta tener acumulación de lecturas. Una mesita de noche sin libros uno encima de otro es un erial.

Tengo aún pendiente Tentación, la novela del húngaro Janos Szekely. Creo que llevo más de un año con ella. Cada vez me resultaba más triste y deprimente y eso que casi la tengo acabada. Aún así es una gran novela sobre la época de entreguerras y la Hungría de Horthy.

Comencé la segunda parte de la trilogía de Francisco Casavella, El día del Watusi. Es tan magnífica como esperaba y de lectura lenta. Como acabé la primera parte, no me siento culpable, no he dejado la historia a la mitad. La segunda toma el mismo personaje años después y no pasa nada si retraso su abordaje.

Me puse a releer Bella del Señor. Un día caí en la cuenta que plantea una historia con características D/s y me volví a enganchar. La leí en la Facultad, es una novela muy hermosa y con un sentido del humor agudo y negro, muy, muy inteligente.

Casi he acabado Saber perder, de David Trueba. Me esperaba algo más simple y me ha encantado ver que me equivocaba: es una novela sencilla pero limpia, sobre historias y personajes cotidianos. No te comes la cabeza, no te agobias, ni deprimes y una se duerme tan contenta.

Por último, y más importante, compré hace más o menos un mes Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh, una edición de bolsillo. Ni he visto la serie ni la película que rodó Emma Thompson hace unos años. Comencé el primer capítulo pero la dejé porque me vino la novela del Watusi y ya me enganché con ella. Hace un par de días E. me habló de la serie. Me habló de Castle Howard. Y vi que las coincidencias a menudo nos hacen sorprendentemente felices.

martes, 24 de noviembre de 2009

Un apunte del natural


ALBERTO DURERO, Hierbas en un prado, 1503

Un puñado de hierbas merecedoras de un cuadro. Acuarela, plumilla y tinta, lápiz y aguada sobre papel, en apenas 40 por 30 centímetros. Lo más humilde del mundo y además lo más falto de pretensiones. Es sólo un estudio, unos apuntes tomados del natural. Pero tuvieron su tiempo y ahora merece la mayor admiración.

Lo más humilde, cuando no esconde esa falsa modestia tan aborrecible, es lo más grandioso. Es muy difícil de encontrar. Probablemente en este espacio tampoco se encuentre. Querer ser verdaderamente humilde, no, carajo, SER, tener la ESENCIA de la verdadera humildad es un don escaso. En realidad nos mola mostrarnos falsamente humildes y, como siempre se detecta, el resultado es penoso.

No tengo pretensiones, no quiero tener pretensiones sobre mi relación con E. Es la relación más humilde y más sencilla sobre la Tierra. Intento, intentamos que tenga en si las cualidades de la pureza, de la Dominación pura y sin matices. Profundizamos en ello, sin pretensiones, intentando no mostrar un mundo falso o banal, intentando hacer de lo sencillo lo más grandioso. Solo para nosotros dos.




lunes, 23 de noviembre de 2009

Mi segunda mejor amiga

Hoy es su cumpleaños, cualquiera se olvidaba. Si olvidas felicitarla se pone triste, se cree que nadie la quiere. Ella es así, complicada, quisquillosa. Es mi segunda mejor amiga y nos hemos peleado varias veces, joder, cuánto duele pelearse con la segunda mejor amiga. Pero somos dos brutas, dos intensas, dos refunfuñonas, dos conflictivas, dos antisociales.

Recuerdo perfectamente el día que la conocí. Ella era compañera de clase de mi primera mejor amiga. Estábamos en tercero de BUP y probablemente era otoño. Un sábado de otoño, cuando salíamos a dar una vuelta y tomarnos una caña en un bareto donde las tapas estaban buenas y eran baratas. Ella llegó con su eterna melena rizada, con su eterno gesto altivo. Hala, me cayó fatal, pero mal, mal. Sacó su paquete de Ducados, ese olor repugnante, y se puso a hablar de novios y cosas que, yo, que estaba atontada entonces, me resultaban de gente mayor.

Pero con tres Ducados y un par de cañas después apareció ES, la que a pesar de los pesares sigue siendo mi segunda mejor amiga. Siempre leal. Siempre dispuesta a escuchar. Siempre atenta. Siempre con un Si por delante. Cariñosa a su manera, extremadamente borde y arisca pero con el corazón más bueno que te puedas echar a la cara. Ahora ha vuelto a nuestra ciudad. Pasó diez años fuera y ayer por la tarde salimos, como en los viejos tiempos, a dar una vuelta y hablar de casi todo, como antes.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Defensas bajas

Ayer por la tarde empecé a sentirme mal. No suelo ponerme mala, y cuando lo hago es siempre en el peor momento, maldita sea. Empecé con escalofríos y nauseas, en fin, que apenas he dormido. Ahora tengo el cuerpo derrengadillo, estoy flojucha y sin ganas de comer.

E. se reía dulcemente mientras esta mañana le contaba mis achaques. Claro, a Él le mola tenerme flojucha y usable. Natural. Me da mimos y me dice cosas bonitas. Yo me río en plan pava y abuso de mi estado gripal para que me de más mimos, etc, etc.

Es puñetero estar pachucha. Entran malos pensamientos nada propios de una kajira. Entran ganas de estar tirada en la cama y le hagan a una todas las tareas. ¿Qué hacen las kajiras cuándo estan malitas? Ay, Gor, bendito Gor.

Hace un rato pensé que me encontraba mejor y se lo dije a E. El plan era fardar un poco, una cosa como: mira, lo fortachona que soy, pedazo de hembra que Te llevas, que no han pasado ni 24 horas y ya está curada.

Pero E. siempre me las da por todos lados. Yo presumiendo y resulta que a Él no le importa que yo esté pachucha y desea seguir cuidándome. Es que soy tonta. Siempre quiero ir un paso por delante y no es así.

En fin, mañana cuando repase esta entrada pensaré que he desvariado un poco más de la cuenta, He escrito casi mecánicamente y no se qué saldrá de aquí, pero bien poco me importa. Debería convencerme de que cuando se está con las defensas bajas casi todo es perdonable.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El tiempo elástico

El jueves estuve charlando un buen rato por teléfono con mi mejor amiga, mi querida amiga desde la infancia, AB. Creo que estuvimos de cháchara cuarenta minutos. (E. dice que eso es gallinacear. Con E. estoy aprendiendo un vocabulario nuevo que me encanta). A lo que iba, charlamos cuarenta minutos saltando de un tema a otro, blablabla, y mientras charlaba yo iba planchando. Me acabé un montonaco de ropa así de grande.

Filosofando con mi amiga, concluimos las dos que a más maduras (pero tremendamente guapas, que mi amiga, madre de dos niños, tiene un tipito arrebatador), menos nos cansamos. O que podemos con todo. O que no paramos desde la mañana temprano hasta la noche tarde. Al final nos dimos ese merecido subidón de autoestima de madres y trabajadoras que charlan una tarde tonta.

Hace un ratito me llamó por teléfono mi segunda mejor amiga desde la infancia, ES. El lunes es su cumpleaños. Tontaaaa, le dije, yo me acordaba. Lo cierto es que me acordé gracias a E, qué cosas. El caso es que menos mal que lo recordé porque mi segunda mejor amiga no perdona un olvido de cumpleaños.

Ayer charlé por teléfono con mi hermana la pequeña, que aunque tiene treinta tacos sigue siendo la pequeña. Tambien cuarenta minutos de reloj. El tema musical que he seleccionado me recuerda a ella. Es de cuando ella era una adolescente rebelde que en vez de estudiar se ponía a charlar con el novio desde el balcón. Como me empezaba a sentir vieja y no quería desfasar mucho le decía a mi hermana, Niña, ponme música de estos tiempos y me ponía lo que a ella le gustaba que eran Nirvana, Garbage y toda la pesca grunge, entre ellos los Smashing Pumpkins. Esta canción la quemé de tanto escucharla, cuánto me gustaba. Es del 96. Yo salía algunas noches, iba a conciertos, ya trabajaba en lo mío y me asustaba hacerme mayor.

martes, 17 de noviembre de 2009

Lineas de la mano


Estas son las líneas de la palma de mi mano izquierda. A veces me las miro, son líneas muy finas, muy débiles, quirománticamente hablando, significan una vida poco firme, yo que se, no me lo creo. De todas formas siempre me gustaron mis manos y me gustan sus líneas suaves.

O quizás signifiquen espiritualidad, no se, en realidad yo a veces no soy muy terráquea que digamos. A veces no encajo, a menudo no entiendo cómo se lo monta la gente. Esta mañana en mi trabajo, la gente se peleaba por horarios. Se peleaban en plan murmurador y conspirador. Me molestaba. Por la tarde volvieron a la carga y vi miradas desagradables y cobardemente desafiantes. Me indignaba. Odio esas actitudes mezquinas.

Luego volví a E. No era terrestre, volví a E. y nuestro mundo.

Luego, intenté entender comportamientos egoístas y dañinos. Esta noche me duele la cabeza pero da igual. ¿Cómo estará la Luna? Me lo preguntaba hace un rato.

Mezquindad. Cobardía. Egoístas. Crueles. Gente dañina. Qué injusto.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Yo era modélica

Modélica y sacaba buenas notas. Responsable, aplicada, me dieron un premio por ser la niña más buena de todo el colegio, de TODO el enorme colegio público pero sexista, represor y reprimido donde hice la EGB. Estaba en tercero, me nombraron, salí en medio del patio con mi coleta tirante - tirante, desde siempre, ya apuntaba modales-y el director me dio un diploma y un estuche de colores.

Pero no recuerdo con alegría ni el colegio, ni el instituto. Quizás por ser tan modélica y responsable. Ahora me rio cuando me hablan de "lo mal que estan los estudiantes hoy en día y bla, bla, bla", ja. O quizás yo era una rara. Las niñas de los 70, las adolescentes de los primeros 80 eran también crueles y desagradables. Era cruel llegar a clase y desear pasar inadvertida porque ni la ropa que llevaba, ni mis modales y buena conducta, ni mis notas ni mi forma de peinarme ni nada agradaba a un puñado de crías maleducadas. También era cruel soportar burlas en clase de educación física, soportar burlas en el patio por ser torpe, pava o simplemente, rara.

Siempre he sido modélica y a veces, insoportablemente modélica. Hubo un tiempo en que tuve un cargo directivo. Fui repulsivamente responsable e indecentemente exigente. Aguanté tres años, no podía soportar la ineptitud de algunos, ni mi falsa creencia de ser insustituible. Hubo un tiempo en que quise ser modélica en TODOS los aspectos de mi vida. Aguanté ¿siete, diez años?. Tuve que dejarlo o me iba al carajo, de tan asquerosa perfección, tan vomitiva decencia.

No es que haya mejorado, sigo con mis neuras perfeccionistas, pero, es lo bueno que tiene madurar, todo se lleva de forma más simple: ni modélica ni imprescindible. O al menos, no querer tensar cada uno de los hilos que forman mi vida. Mantenerlos cerca, cada hilo, cada querido hilo, pero dejar que vayan al aire, que floten alrededor y ni me hagan daño de tan apretados, ni se corten por no aguantar más.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Perspectivas sobre humillación

En mi etapa cibersexual mantuve una relación intermitente con Luis. En realidad no recuerdo su nombre, pero se parecía al actor Luis Tosar. Eso me gustaba, tenía un aire bestia y elemental, casi cejijunto y de mandíbula fuerte, me gustaba mirarlo por la webcam.

Ayer le hablé a E. un poco de él, por eso lo traigo aquí, hoy estuve pensando en algunas cosas de aquella relación. Le conocí en un chat de cibersexo, no era un sitio dedicado a la Dominación, y por aquella época yo me autoengañaba pensando que el tema no me interesaba. Simpatizamos enseguida porque él era, como digo, bastante directo y básico, ojo, no inculto ni un memo, pero era de esos hombres que transpiran un sexo animal. Manteníamos conversaciones altamente eróticas, sin objetivos, sólo por el placer de acostarnos sonrientes y excitados.

Él me habló de sus preferencias por mujeres sumisas. Yo rechazaba la palabra -menuda falsa estaba hecha, en fin- pero me gustaba que me contara. Me habló de una relación del pasado con una pareja de sumisos. Me relató cómo les humillaba y yo me hice la durita. Buah, qué chorra -lo pensé, no se lo dije, pero ya digo, me hacía la durita-.

El caso es que en realidad me repugnó aquella historia que me contó, una historia de humillación bastante absurda, con poca chicha. O en realidad no fue la historia en sí, sino la forma cómo me la expuso: él se reía, él utilizaba términos despectivos hacia aquella pareja, habia desprecio en sus palabras.

Luego he ido aprendiendo que eso no es humillación en la D/s. Yo deseaba meterme de lleno en los campos de la humillación, pero las historias que vivió y me contó Luis no eran ni mucho menos edificantes. Vaya, para nada quería algo así para mi. No solo por el tonito antipático de sus vivencias, sino además, por lo cutre y hortera de las mismas.

Humillación, E. y yo lo vamos paladeando cuando viene al caso, puede ser una vivencia elegante, sensual, a la vez que tensa y cargada de energía. Que una caiga, cuando viene al caso, de su pedestal de arrogancia, supone un golpetazo tremendo. Pero abajo hay un colchón. Yo quizás no me lo espero, o si, pero no pienso en él mientras me voy cayendo para abajo. Pero lo cierto es que el colchón está: son las palabras, los cuidados de E. tras su empujón. Nunca despreciativos, nunca ridículos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Temor, deseado temor

A veces E. me provoca temor. Digámoslo claramente: a veces E. me da miedo.

Me ofrece miedo.

Es su voz, el tono de su voz, lo que El me dice, el timbre metálico y acerado de su voz, las palabras duras y humillantes que salen de su boca.

¿Miedo? ¿Temor? Si, joder, un miedo increíblemente purificador, maravillosamente limpio.

Me modela y si se le antoja me provoca temor. Me sobrecoge. Me coloca ante un abismo. Nunca nadie se puso a tal altura, nunca nadie me puso en tanta desnudez. Llegar a tocarlo es poderoso, es enfrentarse por fin a lo que nunca nadie me puso delante.

No se trata de jugar, no son imposturas. Tampoco se trata de flirtear con sensaciones fuertes.

No se definirlo mejor, en estos momentos. Imagino que seguiré pensando en ello y en cómo explicármelo mejor.

martes, 10 de noviembre de 2009

Contra la mediocridad


W. TURNER. El ángel que está en el Sol

Hace unos días escribía que ni E. ni yo somos unos mediocres. Querría aclarar lo que entiendo por ello, sobre todo por aclarármelo a mi misma. No ser mediocre no es ir de guay, ni hacer cosas extraordinariamente extraordinarias. No es creernos superiores por lo que somos o lo que hacemos. Eso es cutre y ... mediocre.

E., yo misma, somos lo más normalito del mundo (aunque E. está muy bueno, E. es guapo como un ángel victorioso. Ejem, yo misma tampoco estoy mal, para que ponerme en plan falsa modestia). Pero somos lo más sencillo, natural y poco extravagante que hay sobre la Tierra. Vivimos de la manera más cotidiana y nuestras aficiones, nuestra forma de vestir, nuestro modo de vida es de lo más corriente.

Pero no somos mediocres. No solo por nuestra relación D/s, que también, porque reconozco que no entra dentro de los que consideramos vida convencional. No somos mediocres por algo que va más allá de la relación D/s que estamos construyendo poco a poco. Es la forma de afrontar la vida, que yo identifico con el espíritu del Romanticismo del XIX. Cada uno de forma diferente, no la describiré, pero si que lo hacemos de forma poco convencional.

Muy diferentes, lo cual quizás nos acerca puesto que nos esforzamos en adaptarnos y nos escuchamos. Muy diferentes pero similares en el fondo y en los objetivos: ¿Por qué hacer lo que hace la mayoría? ¿Por qué mi vida, nuestra vida debe regirse por los cánones usualmente aceptados? No hablo sólo de vida D/s. Hablo de TODOS los aspectos de nuestra vida.

Ocurra lo que ocurra, ahora, hay momentos en que tocamos el cielo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Soy una suma

La entrada de hoy del blog de desconvencida trae un framento del final de Los restos del día, la magnífica novela de Kazuo Ishiguro. Mrs. Benn, que siempre resultó ser una mujer sabia, muestra a Mr. Stevens cómo ha aceptado su vida tal y como es y no se permite debilidad alguna imaginando otra vida posible.

Cuando hablo de aceptar nuestras vidas no me refiero a ser conformista con lo que nos viene. Hablo de aceptar lo pasado y deglutirlo, transformarlo en algo creativo en nuestro presente. Hablo también de reconocer que somos lo que somos por nuestras vivencias anteriores. Todos los fracasos, todos los logros, cada una de las experiencias nos conforman en las personas que somos ahora.

Con veinte años yo no era así, qué perogrullada, pero quiero escribirlo. Con veinte años yo era aún una jovenzuela con miedos tremendos y una enorme necesidad de reafirmación. Iba de rebelde por conveniencia y para agradar, fantaseaba con ser amada para siempre por un chico rubio, fantaseaba con hacer grandes cosas, las cosas típicas de una veinteañera: teatro, Greenpeace, barricadas, besos en cada barricada. Fantaseaba con ser amada para siempre de la manera que fuera. Sentía que todo estaba en el aire y por vivir, era pura energía fantástica.

Con treinta años tampoco era así, era una mujer joven con ganas de ser madre, ganas de viajar, ganas de amueblar mi piso nuevo y que estuviera siempre perfecto. Me angustiaba no tenerlo todo bajo control: mis hermanas se marchaban de casa, cada una buscaba su lugar fuera y yo me angustiaba por ello. Quería salir de marcha, quería quedarme en casa, quería ser la mejor cocinera del mundo, quería ir al campo y al cine, quería hacer el Camino de Santiago y tumbarme en la playa. Quería agradar a todos, controlar la felicidad de todos. Hice algunas cosas, algunas me salieron de manera diferente a mis planes, pasó el tiempo y me acomodé a no ser perfecta.

No era mejor con veinte ni con treinta. Era diferente o eran diferentes mis necesidades y mi forma de plantearme la vida. Creo que ahora soy mejor persona, soy la suma de cuarenta y dos años, puedo ofrecer la experiencia de cuarenta y dos años. Estoy agradecida por ello.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Luna de miel

E. dice que estamos de luna de miel. Cuando lo dice yo saco morrillo, pongo la cara de pavizanga que Él ya sabe. Qué tonta por dios, de luna de miel, qué par de tortolitos.

Su collar está ahí, aguardando mi súplica. Le llamo por su nombre, saboreo su nombre -qué precioso es-, le tuteo -válgame Dios, soy una descocada-, pero mis confianzas no van más allá. El respeto, la actitud se mantienen igual, somos oficiosamente Amo y kajira, nos tratamos como antes pero con un paso dado. Mi actitud no ha cambiado con Él pero si es más amplia, más diversa, más cómoda y fluye una energía diferente a la primera vez.

Es tan importante el paso que queremos dar que vamos con cautela y medimos bien nuestras fuerzas. No hay prisas ni necesidad de demostrar nada, sabemos con quien nos la jugamos; sólo esperamos el momento, la señal, el click que me haga salir a mi de mi duermevela.

(La canción de Gloria Lasso viene maravillosamente bien, es ñoñísima pero me encanta. Además me sale la mar de aparente en el karaoke)

viernes, 6 de noviembre de 2009

Segunda parte

Lo escribo de forma poética: E. volvió a por su esclava; el señor de Gor, arrogante y curtido en mil batallas, luchando por salir de una ciénaga de esas traicioneras que también hay en Contratierra, llamó a su kajira y ésta acudió. Casi limpiamente, cuatro días que en Gor no son nada. La kajira tardó cuatro días en atravesar el territorio yermo que la separaba de su único Dueño.

Tenemos nuestra segunda parte, día a día E. está aquí pero no sólo por ello nuestra segunda vida es mejor que la anterior. Hay cambios que a personas de talla mediocre podrían parecer no digo insuperables, sino de locos superar. Hay dificultades que no son tal porque cuenta el tiempo, cuenta la dedicación, cuenta la paciencia, y cuenta lo condenadamente que nos queremos.

No somos mediocres pero tampoco somos inhumanos. Se mis debilidades y Él conoce las suyas, las compartimos y hablamos de ellas, joder, las vamos superando unos días peor pero otros días son la hostia, no somos inhumanos pero podemos llegar a ser dioses (Él más que yo, naturalmente).

Lo cotidiano se entrelaza con lo mágico, vivimos en un Gor de calles asfaltadas y mercadonas; vivimos en una ciudad de llanuras inmensas donde la kajira se humilla y el Amo la acuna para dormir. Una ciudad donde E. me somete, me cuida, me dirige, me cuenta y aguanta mis chistes. Una llanura donde su kajira se pavonea, danza para Él, humedece sus labios para besos e intenta confortarle y cuidarle como ella sabe hacer las cosas, con toda el alma.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Noble arte de la felación

Quitemos literatura al tema: nada de descripciones baratas y falsas sobre el semen engullido y ese honor que hace el Amo ofreciendo su polla a la esclava y bla, bla, bla. Literatura barata y falta de honestidad.

Cuando leo eso de los honores parece que se compara felación como algo raro, misterioso, excepcional, ag, no, no, no. Nada de excepcional, si lo vemos como raro y excepcional estamos a un paso del oscurantismo. Y no digamos cuando se trata como castigo -¿castigo?- a la esclava en plan "traga y humíllate". Cosa más falsa y más barata.

Ser felatriz es interiorizar y asumir como natural la donación de placer. Uno de los más básicos, elementales y nobles. ¿Un servicio? Para nada, si lo llamamos así seguimos banalizándolo. Ser felatriz es disfrutar dando placer hasta el punto de acoplarse y unirse absolutamente en la polla del Otro.

Cuando leo sobre "adoración de la polla del Amo" parece como si entrara en un museo, como si estuviera expuesta en una vitrina, qué triste. Faltan risas y falta humor. Ser felatriz no es faltarle el respeto al adorado miembro pero si encontrar el equilibrio entre trascendencia, espiritualidad y diversión. Cuando se obtiene ese equilibrio se llega al orgasmo mental -por favor, nadie se corre físicamente haciendo una mamada-, pero joder, cuando se consigue el puñetero equilibrio, una es dios.