sábado, 28 de diciembre de 2013

Tolkien en Navidad

Ayer fui a ver El Hobbit número 2. Como soy tan influenciable, me dejé llevar por la épica y disfruté con Legolas correteando a orcos. Hasta me emocioné un pelín con la truño-historia de amor interracial. Pero eso no quita para que ande indignada con Peter Jackson y su prepotente manera de tratar al espectador.

Que tanto clímax agota y los reyes elfos grandilocuentes dan risa.

CUIDADO: rey elfo chachi
Los añadidos a la historia (más de la mitad) son absolutamente predecibles ( y la historia de amor interracial ya sabemos cómo va a acabar). Que Legolas está más fofo que en ESDLA y sin embargo más saltarín. Y Bilbo está, el pobre, de pegote y no mola nada. Que falta humor y sobra pretenciosidad. Que Jackson nos toma por tontos (lo mismo que hizo con King Kong).

Orgía de bichos en King Kong (2005)

Yo no soy una purista de Tolkien, aunque tengo todas las papeletas para serlo. Me lo leí todo y me lo volví a leer en mi tierna juventud y tengo los libros manchados, manoseados y requetesobados. Cuando estrenaron la trilogía ESDLA lloré de la emoción. Era casi lo que esperaba: La Comarca. Moria y el Balrog. La batalla del Abismo de Helm. El rey Theoden. Casi todo. Me sobraron algunas cursiladas de Arwen y de Galadriel (me sobra toda Galadriel en realidad) y también me sobraron las eternas escenas del final.

Galadriel la ñoña etérea

Pero vale, no le daba un DIEZ pero el notable alto seguro que sí. A este Hobbit número dos le doy un cinco pelao y gracias. Porque los niños no pestañearon en las dos horas y media largas de cine y me aseguran que fue chulísima, por eso.

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