lunes, 16 de noviembre de 2009

Yo era modélica

Modélica y sacaba buenas notas. Responsable, aplicada, me dieron un premio por ser la niña más buena de todo el colegio, de TODO el enorme colegio público pero sexista, represor y reprimido donde hice la EGB. Estaba en tercero, me nombraron, salí en medio del patio con mi coleta tirante - tirante, desde siempre, ya apuntaba modales-y el director me dio un diploma y un estuche de colores.

Pero no recuerdo con alegría ni el colegio, ni el instituto. Quizás por ser tan modélica y responsable. Ahora me rio cuando me hablan de "lo mal que estan los estudiantes hoy en día y bla, bla, bla", ja. O quizás yo era una rara. Las niñas de los 70, las adolescentes de los primeros 80 eran también crueles y desagradables. Era cruel llegar a clase y desear pasar inadvertida porque ni la ropa que llevaba, ni mis modales y buena conducta, ni mis notas ni mi forma de peinarme ni nada agradaba a un puñado de crías maleducadas. También era cruel soportar burlas en clase de educación física, soportar burlas en el patio por ser torpe, pava o simplemente, rara.

Siempre he sido modélica y a veces, insoportablemente modélica. Hubo un tiempo en que tuve un cargo directivo. Fui repulsivamente responsable e indecentemente exigente. Aguanté tres años, no podía soportar la ineptitud de algunos, ni mi falsa creencia de ser insustituible. Hubo un tiempo en que quise ser modélica en TODOS los aspectos de mi vida. Aguanté ¿siete, diez años?. Tuve que dejarlo o me iba al carajo, de tan asquerosa perfección, tan vomitiva decencia.

No es que haya mejorado, sigo con mis neuras perfeccionistas, pero, es lo bueno que tiene madurar, todo se lleva de forma más simple: ni modélica ni imprescindible. O al menos, no querer tensar cada uno de los hilos que forman mi vida. Mantenerlos cerca, cada hilo, cada querido hilo, pero dejar que vayan al aire, que floten alrededor y ni me hagan daño de tan apretados, ni se corten por no aguantar más.

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