miércoles, 29 de octubre de 2014

Mi top-ten de clásicos españoles en B/N

10. Pequeñeces (Juan de Orduña, 1950). Es un dramón como la copa de un pino, con una moralina beata que tira para atrás pero me encanta. Aurora Bautista crea el personaje más tremendo del drama español. Madre que pasa de su hijo, frívola, adúltera, histérica, caprichosa, malvada y sin corazón. Carlos Larrañaga cuando era pipiolo hace de niño adorable, pelín vomitivo, pero que penita ver cómo su madre le ignora. En una escena le dan el premio al mejor alumno y su madre no asiste al acto y glups.
Dramamamá agobiando a su niño

9. Morena Clara (Florián Rey, 1936 y Luis Lucía, 1954). No se qué versión me gusta más, las dos cuentan la misma historia condescendiente con payos, gitanos y algo que parece Andalucía con arte y salero pero qué más da. Te ríes (si no eres un gafapasta serio y aburriiido). La versión de 1936 tiene a ese enorme cómico que fue Miguel Ligero, encasillado pero grande y la de 1954 tiene a Fernán Gómez haciendo de Fernán Gómez, que tiene hasta gracia. Pero, sobre todo, no se con qué artista quedarme porque muero con las dos. Imperio o Lola. Lola o Imperio.

Lola camelándose a su señoría

Imperio aguantando a Regalito


8. Calle Mayor (Juan Antonio Bardem, 1956). Una historia seca como el invierno mesetario y tristísima sobre tipos crueles y chicas anodinas y solitarias. Y un retrato de costumbres eróticas de los años 50, imaginen qué erotismo chungo: roces, hipocresía, miradas y mucho deseo reprimido. Ella (Betsy Blair) se aferra a él como a un clavo ardiendo. Él (José Suárez) es un cabrón que se aburría.

Lo que pasa cuando los cabrones se aburren

7. La caza (Carlos Saura, 1966). Perfecta. Simple y perfecta. Palpas el calor y la boca seca y esa nausea que provocan los cubalibres que no quitan la sed. Sientes el aburrimiento y la mala leche. Alfredo Mayo era el actor con la mejor cara de capullo-con-mala-leche del cine español y en La caza lo borda. Palpas el odio que a tres minutos del final estalla y te quedas sin respiración.

Cansado de la caza menor

6. Atraco a las tres (Jose María Forqué, 1962). Te ríes por no llorar porque ésta es una película llena de desgraciados y es comedia. Para ser redonda debería acabar mal pero no eran tiempos y en el fondo una agradece que acabe bien porque a esos pringaos se les adora desde que aparecen en pantalla. Como casi todo el buen cine español de esos tiempos: crueldad en vena pero con anestesia.

Sin anestesia y con el jefe detrás

5. La tía Tula (Miguel Picazo, 1964). De nuevo Aurora Bautista comiéndose al resto del reparto y ocupando toda la pantalla. Era capaz de hacer soberbio un personaje tan espartano como Tula y era capaz de dotarlo de un erotismo brutal sin despeinarse el moño perfecto. Igual que Calle Mayor, retrata la vida provinciana y la represión sexual de la época y burla la censura con elegancia.

Cuñadisimos

4. La vida en un hilo (Edgar Neville, 1945) Ya he escrito de ella porque es una comedia deliciosa que no tiene nada que envidiar a las películas de Lubistch. Ni a muchas comedias actuales porque tiene un estilo moderno, frívolo y descarado. Para que luego digan que el cine español era rancio y aburrido.
El encuentro, en un hilo

3. El Tigre de Chamberí (Pedro Luis Ramírez, 1958). Bueno, ésta podría considerarse rancia pero yo tengo debilidad por Tony Leblanc haciendo de tío jeta, por Jose Luis Ozores haciendo de tonto con buen corazón y por Antonio Garisa haciendo de empresario de medio pelo pero espabilao. Que son clichés, vale. Que es no es Toro Salvaje, pues bueno. A mi me encanta.

Cómo no adorar a estos perdedores

2. Viridiana (Luis Buñuel, 1961). A mi me gusta, me enloquece Buñuel y pongo Viridiana porque es la mejor entre las que rodó en España y en B/N. Qué escribir de ella. Bestia. Bruta. Sexo, miseria, hambre, amargura, represión, todo a lo bestia.  Con Paco Rabal rebosando virilidad, con Fernando Rey intentando destilarla y con uno de los finales más sexuales del cine.

Silvia, Margarita y Paco

1. El extraño viaje (Fernando Fernán Gómez, 1964). Ojalá a Rafaela Aparicio le hubieran dado más papeles así y ojalá películas como ésta se conocieran más. Tramas que se entrecruzan, que pasean por todos los registros: terror, suspense, policíaco, picaresca, costumbrismo (del cutre y pueblerino), erotismo del malsano (todo en aquella España era erotismo malsano)... La película redonda y desconocida. Triste.

Ese tenso almuerzo dominical



viernes, 24 de octubre de 2014

Los blogs de los Amos tóxicos

Yo soy muy prudente y no me gusta meterme a comentar en blogs de sumisas que penan por sus Amos. Yo se que si entro al trapo y les muestro algún que otro argumento de sensatez, ellas me lo agradecerán amablemente pero seguirán erre que erre. Creo yo que ocurriría así, yo a veces peco de pensar mal y acertar. El caso es que he leído un par de blogs donde las damas se lamentan de lo mismo: han sido abandonadas y no saben qué hacer con su vida. Y como no quiero comentarles nada (también por misantropía), lo escribo aquí para quedarme tranquila. (Y lo mismo alguna me lee)

Yo se que mi postura es cómoda: aquí yo la que va de sobrada en asuntos del AMOR, pero ya digo que gramos de sensatez tengo, supongo que es algo que da la edad y quizás esas mujeres dolidas son más jóvenes. No más sensibles que yo, que soy la hipersensiblidad andante, pero si quizás más blandas.

Amos tóxicos que dan la patada. Lo mismo vale para  hombres vainillas. Tipos tóxicos que la quieren largar a una pero no saben cómo hacerlo por cobardía o por hijoputez. La lista de formas es larga y miserable:
- tengo una vida muy complicada.
- tú (sumisa) no entiendes cómo es mi vida.
- conmigo no serías feliz.
- te deseo toda la felicidad y conmigo no la tendrías. 
- necesito más cosas de las que me ofreces.
- te quiero pero no lo suficiente 
y
esta es la mejor
- te mereces más de lo que te ofrezco.

El caso es que en las relaciones BDSM, donde se supone los sentimientos están a flor de piel y blablabla, los abandonos llevan consigo duelos de largo recorrido (al menos así lo suelen describir las sumisas/blogueras abandonadas). Las emociones son del nivel: "me siento indefensa, desolada, no sé qué hacer con mi vida, no se si volveré a sentir lo que sentía con ÉL".

Tengo autoridad en la materia (y además en mi blog escribo lo que me da la gana) y ya he escrito sobre ello: las relaciones BDSM no sirven para ser feliz. Es más, ninguna relación amorosa sirve para ser feliz. No son un instrumento, no son la vía o el camino. Las sumisas blogueras que leo piensan que si no desarrollan sus ideales de sumisión (esa esencia que parecen incapaces de desprenderse), jamás serán felices. Hacen depender sus deseos de felicidad en el OTRO.

Lo malo es cuando ese OTRO es un Amo tóxico. Ellos nunca piensan en la felicidad ajena y por eso van siempre un paso por delante (si se les deja). Es más, algunos Amos tóxicos no permiten que sus sumisas les adelanten y utilizan todo tipo de argucias: "voy a cambiar", "lo siento, no volveré a tratarte así", "vamos a intentarlo de nuevo", etc. Y es duro decirles que no. Es realmente trabajoso continuar con la vida propia y aprender a construirse una solita los instrumentos para ser feliz. Sin necesitar ir de la mano de nadie (y menos de un alguien envenenador).

Tener un blog para llorar y lamentarse de la pérdida es bueno y consuela, pero a mi, como lectora, me fastidia ver que algunas mujeres no salen del círculo tóxico en el que se encierran. Caen una y otra vez en las trampas del Amo-veneno y reconocen que son dependientes de ellos, pero no hacen nada para salir del embrollo. Me pregunto entonces si en el fondo disfrutan de la situación. Si disfrutan escribiendo esos bellos posts de dolor y autocompasión y se complacen recibiendo comentarios de comprensión y ánimo.

Por eso no les comento, porque yo quizás, que soy tan bruta, les daría un cariñoso tirón de orejas. Esos de "niña, ese tipo no te merece y tú vales más", ya saben, lugares comunes que muchas obvian tanto. No se por qué sigo leyéndolas, probablemente me sienta superior a ellas pero qué coño, es cierto que lo soy. Yo ya tengo la inmunidad a ciertos venenos.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Ma-te-má-ti-cas

Yo soy de letras. Es una frase de pringada pero es lo que hay y no se me ocurre otra excusa mejor. También es que me siento una pringada por culpa de que soy de letras y ahora ando muy atareada con problemas matemáticos para los que, según los días, no me veo capacitada. A mi me deberían haber enseñado en la escuela esos métodos matemáticos chulos como el ABN en vez de cálculos abtrusos que ahora no me sirven de nada. Las equis, las ys y esas cosas raras que se llaman polinomios -yo los resolvía bastante bien- pero ahora un carajo me sirven. Hay cuentas que aún hago con los dedos y también practico mucho la "cuenta de la vieja" y las reglas de tres a cascoporro. Típico de gente de letras. Menuda panoli.

martes, 21 de octubre de 2014

El arte de recomendar libros

Tuve el mejor profesor de Literatura en COU. No sólo nos enseñó a comentar textos literarios y nos mandó superpreparados a Selectividad, sino que se esmeró como nadie en hacernos atractivas novelas en principio áridas (para estudiantes de Instituto) como Tiempo de silencio.  Recuerdo al profe advirtiéndonos sobre lo que nos íbamos a encontrar, le recuerdo mencionando a Joyce y me recuerdo leyendo a Martin-Santos un poco a duras penas pero feliz de enterarme de todo y hasta disfrutando.

Ese es el arte de recomendar libros.

Como el de mi amigo JJ del que ya he hablado y que fue capaz de recomendarme con fervor La vida exagerada de Martín Romaña cuando yo pasaba la época mas radikal y hosca de mi vida. Ya he contado aquí cómo en la primera lectura odié esta novela y cómo años después hizo que aprendiera a reírme de muchas cosas, empezando por yo misma.

A., que es amiga de JJ pero yo no conozco, recomienda novelas en una página que compartimos en facebook. Se ve que controla mucho el género fantástico y por la pinta se ve que tiene mi edad, una friki como yo, quiero pensar. Por ella descubrí Los Cantos de Hyperion, que es una de las sagas de ciencia-ficción más chulas que he leído.

P. tiene la osadía de recomendarme libros filosóficos (light, sí, pero fi-lo-só-fi-cos) a mi, que llevo tiempo inmemorial sin leer no-ficción. De todos los que me ha recomendado he empezado tres y los picoteo cuando me apetece, que no se muy bien cuándo es y cuándo vienen esas ganas porque soy una tremenda caótica con las lecturas y una perezosa en el arte de leer a gente que piensa (y nunca llega al grano). Pero se que tengo cuentas lectoras atrasadas y pendientes y a veces me siento algo embrutecida.

Y siempre, siempre estaré agradecida a F, que, sin conocerme mucho, me recomendó Canción de Hielo y Fuego años antes de que se pusiera de moda y aquí me tienen, recomendándola a mi vez a todo dios y hecha una friki-fan de la saga. Pongo velitas para que George R.R. Martin publique de una vez Vientos de invierno (y no la palme de un subidón de colesterol) y medito sobre las mil y una teorías que pululan en internet sobre qué diablos pasará y qué no pasará.

Yo querría poseer el mismo arte pero creo que no le pongo suficiente empeño. Lo dejo al aire y dejo que, los que pasan a mi lado, me vean pasmada con un libro. O escribo entradas como ésta y pongo ahí a la derecha la imagen de lo que tengo entre manos por si alguien pica. Hay libros que me entusiasman pero se que no han emocionado de la misma manera cuando lo recomendé y menudo chasco. No me gusta mucho llevarme chascos porque soy una hipersensible, así que creo que nunca dominaré este arte. Eso que me pierdo.

sábado, 18 de octubre de 2014

Mastropiero y mis amigas

Les conocimos mediante una cinta de cassette que ruló de una a otra. Entonces éramos cuatro y las cuatro nos aprendimos y recitamos obsesivamente La gallinita dijo "eureka" y aquello de Yogurtu M´gne, que tuvo que salir precipitadamente de la aldea por culpa de la escasez de rinocerontes.

El día que anunciaron que visitaban el Falla fue la bomba. La única vez que he pasado doce horas seguidas haciendo cola para sacar entradas. Falté a clase y acabé muerta de cansancio pero mereció la pena. Verlos por fin en persona en el teatro más bonito del mundo. Verlos por fin a los cinco y a sus instrumentos y no parar de reír y salir de allí satisfechas, febriles.

Muchos años después pude adquirir de nuevo entradas para otro espectáculo suyo y esta vez sin hacer cola. Fuimos sólo AB y yo y una alegre pandilla, esta vez a un lugar que no era teatro por cosas de reformas e infraestructuras locales y que tenía un sonido pésimo. Pero mereció la pena. Yo pasaba, en aquella ocasión, una etapa de "corazón dolorido" (usemos ese termino cursi por una vez) y ver a aquellos sinvergüenzas vejestorios disparatados y geniales me sirvió para olvidar mi despecho y mi rabia de amante abandonada. Una risoterapia en toda regla.

Y por fin, ayer. Ellos, los incombustibles y mis amigas, esta vez todas. Todas, que no las merezco porque nunca las llamo y soy parca en palabras por el whatssapp y sin embargo, cuánto nos queremos y cómo me quieren. Y ellos, los veteranos cómicos y adorados luthiers, recomponiéndonos y uniéndonos en la risa y tras la risa.

Una cena después, a deshoras. Cervezas, batallitas, camareros que nos gastan bromas. Más risas, cuando parecía que las habíamos gastado todas en el teatro. Planes. Abrazos. El viaje de vuelta en la niebla y ganas de volverlas a ver.



jueves, 16 de octubre de 2014

Varonil vanagloria

A mi me gustan mucho los hombres que se vanaglorian de su polla. Los que se pasean por casa en bolas y duermen en bolas, los que hacen nudismo en las playas correspondientes y hablan de su desnudez sin pudor; sobre todo, los hombres que no me escamotean su polla empinada y exigente.

Me gustan esas pollas exigentes. Los hombres que presumen de polla suelen saber usarlas, yo al menos tengo esa experiencia. El primero al que descubrí vanagloriándose de su hermosa verga fue J., que no fue el primer hombre con el que me acosté pero si el primero que me hizo reír. Le recuerdo paseándose y paseando a su animal por el cuarto del hotel, fanfarroneando, presumiendo de buen pollón y de emplearla a fondo y con pundonor. Coño si cumplía lo que prometía.

Esa fanfarronería no hace daño, es buena cosa degustarla. A mi siempre me ha traído seguridad: hombres que me enseñan lo que tienen entre las piernas sin miedo y sin vergüenza son hombres que luego me han dado lo mío. Lo que yo quiero. Sí, yo soy muy coitómana. Ahora se tiende a denigrar el coito y yo, ya saben, soy embajadora de las causas perdidas. A mi me dan una buena follada, bien trabajada y aderezada, y soy feliz.

Ya saben, yo es que soy muy simple.

miércoles, 15 de octubre de 2014

BDSM y parejas liberales

En cualquier local swinger te encuentras el cuarto de juegos chulo con su cruz y su ambiente tenebrosillo con la peña jugando y pasándoselo como debe ser. Ambiente de juegos BDSM sin comerse el tarro. Por eso no entiendo bien a la gente que se anda con suspicacias ante las parejas liberales que curiosean con el BDSM. Yo, que no soy de ponerle puertas al campo, no entiendo esas tontas fronteras que se establecen entre el mundo swinger y el BDSM.

Entiendo que no guste una u otra historia. Entiendo que una pareja opte por el camino BDSM y abomine de lo liberal y viceversa, las parejas que viven la vida loca pero no gustan de jugar en el lado oscuro. Perfecto. Cada pareja disfruta como tiene a bien.

Lo que no me entra en la mollera es la crítica a las parejas que gustan de los dos mundos y picotean de sus placeres. Parejas liberales que tienen sus ratos de Dominación y sumisión pero no se implican en una vida BDSM. A los de la rama ortodoxa, estas parejas les molestan, ya se sabe, no son puros. Contaminan la esencia del BDSM y blablabla. El mismo rollo de siempre, qué les voy a contar.

Del lado oscuro ya no hablo. Esos temas a veces polémicos como la cesión de la sumisa, que a muchos y muchas se les atraganta, son juegos liberales como los que más, pero no se yo, ahí me declaro muy ignorante. La cesión, menuda historia... y sin embargo, qué divertido si le quitas trascendencia (aunque quizás entonces ya no tendría nada que ver con el BDSM y perderíamos la esencia y toda la pesca). No obstante, yo creo que estaría bien.

A mi es que ya saben que lo de las etiquetas me echa muy para atrás.

domingo, 12 de octubre de 2014

Histéricos

En los días de ruido y furia los histéricos salen hasta debajo de las piedras. A mi, los histéricos, sobre todo si los conozco, me ponen de muy mala leche, porque no me dejan ni hacer un chiste. Me da rabia tener que contenerme y parecer muy seria y compungida, porque aquí donde me ven, tan segura y tan lista, a mi me importa el qué dirán.

Yo conozco personalmente a varios histéricos, hombres y mujeres, y son el coñazo que los no-histéricos sabemos bien. Son gente compungida y agorera, ya digo, y hablan, hablan, hablan y no se callan.

Mi estrategia con los histéricos es la siguiente (si no la cuento, reviento): hago como la que les escucha (yo es que soy muy asertiva) y hago como que les sigo la corriente. Porque hay que tener muy en cuenta que a un histérico NUNCA le puedes llevar la contraria. A no ser que le quieras dar carrete eterno. Si a un histérico le argumentas algo mínimamente racional, ya tienes monserga para horas. Los histéricos no atienden a razones y les va la marcha. No se si se creen que cuando llegue el fin del mundo su cantinela seguirá perdurando en el cosmos.

Conozco histéricos de todo pelaje e ideología. Es que la histeria tiene un plus democrático que te cagas. Lo que ocurre es que yo les paso desapercibida (que es de lo que se trata) y ellos no saben que les tengo calaos. No se si se dan cuenta cómo me resbalan todas sus teorías conspirativas, sus angustias apocalípticas, sus eternos estados alterados, sus cabreos con el ser, el no-ser y con todo lo que se menea.

Como soy una optimista inmunda, a menudo creo que acabaré contagiándoles mi ecuanimidad y mi sosiego vital. Yo no les digo ni pío, porque si le dices a un histérico que se calme y se relaje, te manda directamente a la mierda. Pero creo que al no seguirles el rollo les envío un mensaje de "paso de tus gilipolleces" que no significa que pase de ellos. Joder, es que algunos hasta me caen bien.

jueves, 2 de octubre de 2014

Leyendo en otoño

Estoy muy atareada leyendo novela negra. Terminé Un giro decisivo de Andrea Camilleri y he empezado con los cortos relatos de Un mes con Montalbano. Es tan fácil leerlos que cuando me meto en la cama suspiro de gusto. Joder con Camilleri, con esa carita de abuelete achuchable que tiene y lo cabronazo que es, así como su comisario Montalbano al que amo desde ya. Adoro la gula del comisario que es parecida a la de Pepe Carvalho (aunque no se parecen en mucho más) y es que a mi me pierden los hombres que saben apreciar la buena mesa.

También estuve enredada con Walter Mosley y ese mal bicho de detective llamado Easy Rawlins. También le adoro por malote, por mujeriego, por tío listo y porque en el fondo es buenísima gente. Y tengo en espera Con el agua al cuello, que es la primera novela de Petros Markaris sobre el comisario Jaritos. Otro tipo listo y amante de los buenos guisos griegos, es decir, un dechado de virtudes. A Leonardo Padura también lo tengo esperándome pero no tengo ni idea de lo que me aguarda. Será mi primer encuentro con sus novelas. Expectativas: sólo me permito el lujo de tenerlas con lo que deseo leer.

Y el bueno de Ken Follet. Ya sabrán el tocho que acaba de poner en órbita y que da fin a su trilogía sobre el siglo XX. Yo a Ken Follet le guardo fidelidad porque es un tipo que da lo que promete. Buenas historias que nunca aburren y personajes molones. Sí, es un maniqueo de cojones y sus malos son supermalos y no se redimen ni a la de tres, pero qué más da, si lo único que a mi me apetece es pasar un rato chulo entre las sábanas (pronto, mantas) antes de que se me cierren los ojos y caiga rendida.